Entrega

4 de julio de 2021

Me doy, me derramo
como quien esparce un perfume
que no puede volver a juntar.

Me doy y no hay retorno en la
entrega, porque nadie vuelve a ser el mismo después de haberse rendido con un corazón genuino.

Me doy constantemente,
y no retengo nada porque ya no hay nada de mí que no quiera darte.

Porque mientras más me doy a vos
más me pertenezco.
Porque mientras más me rindo
más libre me vuelvo”.

Poesía por Yamila A.

Entramos al tercer trimestre de este año 2021. El Espíritu Santo tiene el control de la Iglesia pero también la palabra que se dosifica y se ordena. Dios nos habla de todo lo que tiene para ella en este tiempo. La palabra está conectada en cada reunión en la que se ministra, pero también en cada grupo de vida y no solamente para hablar de lo mismo, sino que creemos que el Espíritu Santo produce orden.

Ese orden no tiene que ver dónde vamos mañana, sino para trazar un camino. Por eso en el año 2020 Dios nos dio una palabra sobre la cual caminaremos hasta el 2025. La palabra sobre los cinco años siguientes es: “Resplandece”  en Isaías 60 nos dice: “Tinieblas cubrirán la tierra pero por sobre ti amanecerá el Señor”. La oscuridad puede llenarlo todo pero por sobre nosotros amanecerá el sol de justicia. Cuando empezamos este año Dios nos habló de un año de “Reforma” en Isaías 57:6 “Yo los llevare a mi santo monte, y los recreare en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todo los pueblos”. Hablamos en un primer momento de “Reinicio”, veníamos de un 2019 donde la humanidad vivió algo como nunca antes. Dios nos habló de que la Iglesia no volvería a ser la misma, ni en cantidad, ni en proporción, ni en calidad. Dios nos habló de un tiempo de remodelar y de trabajar con nosotros.

En este nuevo trimestre de “Entrega” Dios nos habla de que no son ciclos, sino etapas. Un ciclo se vuelve a repetir, pero las etapas se cierran y para dar comienzo a una nueva. Es decir que son como escalones que nos llevan al propósito. Las mejores temporadas de nuestras vidas deben ser las de hoy, debemos decidir no mirar hacia atrás. Aprendemos del pasado, las consecuencias de nuestras decisiones nos hace lo que somos hoy, así como Cristo hace todo nuevo decidimos que nuestras mejores temporadas sean las presentes. De todo lo negativo que vivimos nos determinamos a no quedarnos en las ruinas, sino que lo tomamos como un impulso preparándonos hacia adelante.

Dios es un Dios que avanza, si volvemos atrás es para recordar algo que Dios hizo. No vivimos dependiendo de nuestro punto inicial en la vida, sino nos vamos a perder de vivir en el presente y avanzar. Si no vemos el presente como un regalo que Dios nos da para disfrutar y para ver algo diferente, vamos a vivir dependiendo del pasado.

El Espíritu Santo nos impulsa hacia adelante, resolvemos etapas confrontando con amor, renunciando a la ofensa, desatando perdón, teniendo su guía para cerrar etapas.

Nuestra entrega debe ser continua, dependemos de Dios para que nada de lo que tenemos se convierta en nuestro señor, nuestro dueño. Si entregamos permanentemente cosas que nos cuestan vamos a declarar de esa forma que nada se adueña de nuestras vidas y corazón. Cuando dependemos de Cristo aprendemos el valor de su Presencia, aprendemos a entregarnos y a declararlo Señor de nuestras vidas.

Entrega: “Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar. Todo lo que se entrega a Dios, crece y se desarrolla en él.”

El altar debe ser el lugar donde Dios nos trata, nos limpia, nos renueva, todo lo que se entrega en la Presencia de Dios crece allí y se desarrolla.

3º Trimestre (Julio. Agosto y Septiembre) “Porque si callas absolutamente en este tiempo respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos, mas tú y la casa de tu padre pereceréis ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? Ester 4:14

Dios nunca permite que su plan se deje de cumplir, no hay nada que lo frene, va a usar lo que sea necesario para cumplir su propósito. Ester era una niña huérfana quien literalmente dio su vida; estaba acompañada de su primo Mardoqueo que la adopto como a su hija. El rey Asuero destituye a la reina Vasti por una situación que había ocurrido en ese momento y manda a llamar a otras mujeres jovencitas para ocupar ese lugar. Entre ellas estaba Ester e inmediatamente se enamora. Pero como Satanás siempre distorsiona todo lo que Dios planifica, a través de la vida de Aman manda a matar a todos los judíos, pues no se sabía de dónde iba a venir el salvador.

Mardoqueo le aconseja a Ester que, como ya había entrado al palacio, tenía que hablar y si no lo hacia la salvación a ese lugar iba a venir de algún otro lado. Debían impedir la muerte de toda una generación de judíos. Ester se entrega como intercesora arriesgando su vida y esto hace que hoy, los judíos celebren la fiesta de Purín, que es la fiesta de las luces, donde se celebra que el pueblo judío se salvó de la muerte. Ester es una figura de la iglesia de Cristo entregándose, yendo a la presencia del Rey para abrir la puerta a un nuevo tiempo.

“El compromiso que se manifieste a través de la obediencia será la marca registrada de una vida entregada a Dios. La permanencia a lo largo de este tiempo tan particular, las oraciones continuas, la generosidad manifestada y el amor esforzado han sido escuchados por eso el cielo está listo para responder. Creemos que nos aproximamos a una gran cosecha de almas y que este será un tiempo de doblegar el esfuerzo; así como las ofrendas de Cornelio llegaron a Dios, produjeron salvación para su hogar y un avivamiento a los gentiles, veremos el mismo efecto en este tiempo. La generosidad impulsada por el Espíritu Santo nos posibilita la concreción de nuevas ideas y proyectos acelerando el cumplimiento de los planes prometidos por Dios. Mientras tanto se abren nuevas puertas que demandaran un nuevo nivel de obediencia y osadía. Los altares que se levanten en esta nueva etapa, acompañados de adoración, serán caracterizados por la acción impactando en las necesidades de la sociedad y produciendo como resultado la salvación de muchos. El protagonismo del Espíritu Santo en nosotros demandará que nos convirtamos en referencia clara del camino a seguir, somos transformados en un prototipo de Iglesia que Cristo ama y viene a buscar.”

Cada palabra que hemos dado la hemos trabajado y la realidad es que el Espíritu Santo es el protagonista. Dios está trazando un plan, el libro de Ester es un punto de partida y todo lo que el enemigo trama para destrucción se termina transformando en un camino de liberación. La respuesta viene a través de la entrega de Ester y este será un tiempo donde las respuestas que estamos buscando estarán marcadas por nuestra entrega. No nos entregamos para obtener un resultado, sino para que Dios crezca en nosotros. Por eso nunca nos rendimos, no dejamos de dar la gloria al Señor porque de esa manera menguamos para que él crezca en nosotros.

La respuesta es Cristo Jesús revelándose en nuestros corazones, es necesario entregar en las manos del Señor todo aquello que nos limita, que nos quita el valor, pero también es necesario entregarle todo lo bueno. Es el tiempo en que el altar se vuelve a habilitar, nuestra casa será un altar, cada espacio que tenemos lo será, pues donde Jesús es deseado Él se mueve. La mayoría de las respuestas de Dios a esos altares son personas y vidas transformadas por el poder de Dios, hogares que crecen, se multiplican y avanzan para el Señor

La entrega no es un sacrificio que nos desgasta, sino que la entrega para Dios produce un placer indescriptible. La plenitud no está en lo que Dios nos da sino en cuanto le podemos rendir a Él. Todo lo que somos le pertenece a Dios, todo lo que tengo lo hago producir y lo multiplico. Nuestra devoción y entrega no es una institución buscando una jerarquía, sino es ser sabio para no retener lo que a Dios le pertenece.

“Cuando nos entregamos a lo que amamos hay placer; todo lo que Dios nos ha dado no es para retenerlo, sino para llevarlo a su Presencia. Exponemos delante de Él nuestras debilidades y fortalezas. Todo lo que se entrega en la Presencia de Dios crece allí, lágrimas, sonrisas, alegrías, todo. Somos la ofrenda de Dios pero no nos medimos por lo que damos, sino por cómo vivimos, conducimos y entregamos. No nos limitamos porque vivimos por completo para Dios. Declaramos que este es un trimestre para romper con el rechazo, lo cual produce frustración, pero sabemos que este es un tiempo de no callar para que venga respiro y liberación. Proclamemos para que haya respiro, entreguémonos para que haya libertad rompiendo cadenas. Somos parte del Reino de los cielos, para esta hora de pandemia y de quiebre, Dios nos trajo, nos llamó. Somos la respuesta de Dios para este tiempo por medio del Espíritu Santo.”

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