Héroes

26 de marzo de 2022

La fe es la que nos hace héroes.

-Maximiliano Gianfelici

Seguimos leyendo el libro de hebreos, estudiamos la palabra, crecemos en ella y la desarrollamos. Hebreos 11:1-40 (NTV) Debemos tener fe porque sin ella es imposible agradar a Dios. Hebreos 11 es la lista de los héroes de la fe. La fe es tan grande que no puede ser poseída por una sola persona, la fe es administrada a través del cuerpo de Cristo. Este pasaje comienza desde la creación, desde lo invisible por la fe fue hecho todo lo visible, comienza con Abel y llega hasta donde está Pablo, que es la iglesia mártir sacrificándose por amor a Jesús. En toda la lista de Hebreos no vemos el nombre de Jesús y nos preguntamos ¿Dónde está el héroe más grande y más importante?

La palabra héroe no está asociada a seres angelicales, sino que tiene que ver con hombres que se entregan de una manera especial. Por eso en Hebreos se nos muestra un listado de personas normales que por medio de la fe lograron cosas extraordinarias. Hebreos nos dice que: “la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”. Nos menciona que la fe era antes de todo lo que fue creado, porque lo creado se hizo de lo invisible, y de lo invisible fue posible todo lo que conocemos. Después de haber sido creado la fe se materializó, trazando un camino a través de personas. La primer persona que se menciona es Abel quien entregó un sacrificio que fue agradable a Dios, de quien se derramó sangre inocente. Si miramos el listado vemos una línea conductora que nos lleva a Jesús, se menciona también a una prostituta que esconde a Josué quien ve lo que sucede en Jericó, arriesgó su propia vida creyendo en el Dios de Israel sin ser de ese pueblo.

Continua con Abraham que aun siendo viejo cree una promesa, que por la fe Sara su esposa cree, ríe y sueña con ser mamá aunque su esposo tenga noventa y nueve años. La fe funciona para presentar ofrenda y sacrificio, para que le de vida a lo que estaba muerto. Vemos como Isaac y Jacob les dio la bendición a sus hijos, construyeron sus generaciones. Moisés que por la fe se sostuvo viendo al invisible, tantos nombres que aparecen en la lista de la cual viene la línea profética de donde proviene Jesús.

Todos ellos sabían de que había un destino, una patria mejor a la que no podían llegar sin fe y frente a la pregunta que nos hacemos ¿Dónde está nuestro héroe mayor en toda esta historia? La respuesta es que él es la fe, la fe no es la capacidad de creer que Dios puede o no hacer algo, la fe no es la osadía para desafiar las improbabilidades de la vida, la fe no es aprendernos un conjunto de dogmas y creer que si cumplimos esas reglas las cosas van a resultar. La fe es mucho más poderosa que todo esto. La fe estaba antes de que todo fuese.

La fe se materializó en el amor más perfecto y se hizo hombre muriendo en la cruz para que nuestros pecados sean redimidos. La fe venció a la muerte.

Por eso Abraham puede tener un hijo, por eso las mujeres recibieron en resurrección a los que estaban muertos, la fe nos impulsa a presentar ofrenda agradable a Dios aun cuando otros nos menosprecien, la fe bendice generaciones y rompe con maldiciones generacionales, hace que los errores no se repitan, la fe interviene en nuestra realidad rompiendo los esquemas que vienen de familia, no le echemos la culpa a nuestros padres, porque si la fe interviene en nuestras vidas una nueva historia va a comenzar con nosotros.

Muchas veces hemos hecho un culto a nosotros mismos, a nuestras capacidades de hacer, de construir, de dar, de brindarnos frente a los demás, pero debemos entender que sin fe no somos absolutamente nada. Sin fe no podemos vivir, ni respirar, sin fe no podemos levantarnos, no podemos perdonar y ser perdonados. La misma fe que bendijo a la mujer estéril es la misma fe que les dio fuerzas a las familias que recibieron a sus hijos muertos por no negar en nombre de Jesús. La misma fe que hizo que el mar rojo se abriera es la misma potencia que está en el corazón de aquellos que fueron aserrados, de aquellos que menospreciaron su vida. La misma fe que hizo la justicia frente a Abel es la misma fe que movilizó a aquellos que por causa de Jesús eran azotados, golpeados. Es la misma fe que funciona en diferentes etapas, en diferentes formas. La fe no es un dogma, la fe no se da por medida, la fe es todo, Jesús dijo: – si alguien tiene falta de fe pídasela al Padre que él se la dará-

¿Qué dice Jesús? que cuando le pedimos al Padre Celestial fe, él siempre la provee, por eso el vínculo que nos une a la fe es una relación personal, por la fe resucitaron muertos, por la fe fueron sostenidos, por la fe se entregaron por amor, por la fe hay una patria celestial mejor, por la fe todo fue creado. Moisés era un hombre común como cualquiera de nosotros, tenía temor pero la fe le dijo a Moisés que con la vara de madera tocara el agua, cada detalle de su historia es una revelación de la persona de Jesús. Caín mata a Abel que es inocente y su sangre se derrama sobre la tierra, Adán y Eva pasean sobre la tierra, su hijo mayor mata a su hijo menor y no existe ningún testigo de este homicidio, pero cuando la sangre cae sobre la tierra aunque no hay justicia humana, la justicia del cielo se manifiesta. La verdadera justicia no viene por medio de los hombres, la verdadera justicia no es la sanción ni la venganza, la verdadera justicia es la que proviene por medio de la fe.

La fe restaura, la fe da inicio, la fe derrama gracia, la fe transforma y la fe se revela. Por la fe nos conectamos a Cristo, por la fe vivimos y somos felices.

Cuando hay ausencia de santidad en el hombre o en la mujer se corrompen las relaciones, pero cuando uno de los dos camina en santidad que es la naturaleza de la fe, la santidad abraza el entorno y las cosas resultan. Durante mucho tiempo todos nosotros soñamos con un escenario, con triunfar en la vida, con ser alguien y al final abriéndose el telón todos aplauden. Está bien soñar porque está en nuestra naturaleza ser luz y expandirnos, pero el único problema que al final del último acto, el telón se abre y los aplausos no son para nosotros sino para la fe que cambió nuestras vidas. ¿Saben cuándo nuestras vidas no funcionan? Cuando nosotros somos los protagonistas.

En esta lista larga de nombres también estamos nosotros pues vamos a ver a la fe regresar para reinar con él por siempre y para siempre. Cuántas veces la fe nos perdonó o nos trajo de nuevo a casa, cuantas veces no teníamos fe en nosotros mismos ni en lo que Dios podía hacer con nosotros, sin embargo Él nos abrazó con poder. No se trata de nuestros méritos, sino en el Padre que nos vuelve a abrazar una y otra vez. Cuando conocemos la fe nuestra historia no deja de ser importante pero él comienza a ser el protagonista. Él está en todo, en los sueños que no pudimos cumplir, en las heridas que todavía no sanan, en las victorias que nadie celebró pero que sabemos que nos costaron mucho, está en los momentos de más soledad, cuando debíamos morir pero milagrosamente hubo una intervención y aparecimos con vida. Él está en ese negocio que parecía una locura pero que al final resulto, él está en el momento en cuando rompimos nuestra vergüenza y timidez compartiendo nuestra fe con otros. No solo está cuando decidimos acercarnos a la iglesia, Él estaba desde antes que naciéramos, estaba antes de que fuéramos gestados, cuando crecíamos en la panza de nuestras madres, aunque quizás no fuimos deseados, ni queridos, él estaba, sus ojos nos miraban. Estaba cuando nacimos en medio de un sistema perverso, en medio de un mundo que nos negó la realidad de la fe y así como estaba antes, estará después, no podemos escondernos.

Él es la fe que lidera al mundo, que sostiene todas las cosas, todo comienza y termina en Él, es el principio y el final, es el alfa y la omega, y cuando estamos alineados a Él, puede transformar la muerte en vida, cambia la enfermedad en sanidad, Él transforma la tristeza en alegría. Cuando miramos de la manera correcta nos damos cuenta que siempre está, que no hay justicia si no es por Él, ni sanidad, ni trasformación. Démosle en todo la honra a Dios, quizás muchas cosas no se van a ver pero nuestro merito más grande es que nuestra vida se rige por fe y no por vista. Por eso dice el texto: “Sin fe nadie puede agradar a Dios” entonces ¿Qué es la fe? El apóstol Pablo nos dice que podemos tener fe para mover montañas, podemos tener fe para hacer cosas que nadie hace, podemos tener fe para ayudar a los necesitados, pero si no tenemos amor no sirve de nada lo que hagamos.

La verdadera fe se traduce en amor y el amor es una persona: Cristo en nosotros esperanza de gloria.  

Cuando la fe está en nosotros tal vez tengamos solo un plato de comida, pero lo partimos y se multiplica, cuando la fe esta en nosotros quizás venimos de familias con total desamor pero podemos activar el amor de Cristo en nuestras vidas, cuando la fe esta en nosotros tenemos la capacidad de levantarnos y perdonar para construir sanando lo que estaba roto. La fe no es el consejo del pastor o de un obrero, es una persona que interviene por eso debemos tener una experiencia de fe permanente. Corramos a Él, vivamos para agradarle, que la fe sea un común denominador en nuestras vidas. Cuando la fe permea toda nuestra historia, nuestra historia cambia.

Fuimos llamados a ser parte de los héroes de la fe, sea que nos toque resucitar muertos o atravesar una tormenta, sea que nos toque perdonar las ofensas más fuertes o darle la oportunidad a nuestro hermano que nos falló, sea que nos toque abrazar a un hijo que le dimos muchas oportunidades y sin embargo volvió a caer en los mismo una y otra vez, o nos toque liderar a miles de jóvenes.

Hebreos 11:5 nos menciona que ninguno de los de la lista recibió lo prometido, ¿Qué queda para nosotros entonces? Nosotros somos parte de la fe de Cristo, somos la iglesia, somos el cuerpo de Cristo, por eso no se les otorgó todo lo prometido porque si así hubiera pasado se hubiesen perdido de lo mejor que es la vida de Cristo en nosotros.

La medida de Dios no es el éxito o el resultado solamente, sino cuánto Jesús ha crecido en nosotros.  

“Tenemos una responsabilidad enorme, estamos dentro de la lista porque hemos sido comprados con la sangre del Cordero. Hoy más que nunca necesitamos que la fe, que es Jesucristo, se traduzca por medio del poder del Espíritu Santo en nosotros, dándose a conocer a través de nuestro. Debemos correr al altar cada vez que nos falta la fe porque si no nada nos funciona. La fe siempre nos demanda algo más, nos desafía a algo mayor. Debemos tener hambre de Él porque es nuestro todo, somos héroes llamados para poder cambiar la historia con la fe que opera en nosotros. Él es el hijo del Dios viviente, es el Cordero y el león, es el que está sentado a la diestra del Padre pero que pronto volverá, es la persona del Espíritu que convive con nosotros. Tomemos conciencia de cuál es el objeto de nuestra fe, levantémonos en su nombre, corramos a su gracia, creamos con valentía para que se hable que en nuestra historia la fe fue la protagonista en todo.” 

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