Las ventajas del rechazo

10 de noviembre de 2024

En la vida muchas veces recibimos rechazos de personas o de ámbitos que nos marcan y que condicionan nuestras vidas, algunas condicionan nuestro futuro. Caminamos estigmatizados por un rechazo de una palabra, o de un ámbito donde no hemos sido aceptados como anhelábamos, o de personas que nos han defraudado. Otras veces esos rechazos suelen venir de personas más cercanas o de personas de las cuales esperamos que nos amen o bendigan. Muchas de las famosas y tan frecuentes desilusiones sentimentales que tienen que ver con exaltar a la persona más de lo debido y entonces cuando esa persona desengaña, el dolor es mucho más grande. Puede ocurrir también con nuestra propia familia o con alguien de la iglesia, amistades que valoramos en demasía. Vamos a hablar de cómo convertir el rechazo, que muchas veces podemos recibir, en una oportunidad para fortalecernos espiritualmente y para hacer de eso que el diablo planea para maldición, tal vez el despertar de una nueva bendición para nuestras vidas.

Podemos ver como ejemplo la vida de David quien recibió una palabra profética, una promesa de Dios por medio del profeta Samuel de que había sido ungido por Dios para ser el rey de su pueblo. A pesar de que no tenía ningún mérito personal (ni su padre lo tenía en cuenta) Dios decidió elegirlo y profetizar sobre él. David comienza su carrera profética con el rechazo de su propia casa, en el momento en que recibe la promesa lo recibe con un rechazo familiar y parecía una incoherencia. David creció con esa promesa en su corazón y le pasaron cosas muy grandes, peleó contra un león, venció a un gigante. Y eso le fue dando un prestigio que parecía de alguna manera revertir la situación y conducirlo al cumplimiento de la promesa, sobre todo después de Goliat.

Pero de repente todo cambió, el rey Saúl quien tuvo a David como favorito comenzó a ponerse celoso de él y pasó de protegerlo a rechazarlo, llegando al extremo de querer matarlo. Un día lo honró sentándolo a su mesa del palacio a comer y al otro día le tiró una lanza para matarlo. Todas estas dificultades parecían que comenzaban a cambiar la historia profética, como muchas veces circunstancias que vivimos en la vida nos hacen creer que la promesa de Dios no se va a cumplir o que lo profetizado sobre nuestra vida no va a prosperar. Todas estas dificultades que David comenzó a vivir, junto con su propia actitud de huir de Saúl y esconderse, hicieron que, además de tener el rechazo familiar y de Saúl, empezara a decaer su popularidad. El pueblo no quería un líder que huyera ante la adversidad, por lo que también comenzó a rechazar a David, decepcionado del elegido. No querían un líder débil que escapara.

A veces, Dios provoca estos momentos donde nos sentimos solos para fortalecernos en él y sostenernos en su poder. Recordando así el llamado que nos hizo un día cuando levantamos la mano y aceptamos Jesús en nuestros corazones.

Que difícil para David porque Dios le promete que sería rey de Israel y quien debería promoverlo ahora quiere matarlo. Y el propio pueblo del cual sería rey lo rechaza también, entonces las dos columnas principales para sostener su profecía son las dos que se caen simultáneamente, por lo tanto sus sueños empiezan a desvanecerse. Seguro David se preguntaría si habría sido de Dios la palabra recibida. A nosotros nos suele pasar lo mismo cuando las cosas no salen como planeamos nos preguntamos lo mismo. Queremos que Dios haga una cosa pero después queremos que la haga de determinada forma y en el momento en que queremos. A veces le damos a Dios las instrucciones de cómo queremos que opere y Dios no hace caso a eso. Pero muchas veces nosotros vivimos circunstancias parecidas: las cosas no salen como pensábamos, recibimos resistencia o rechazo, y nos preguntamos si realmente fue Dios quien nos llamó, si fue él quien quiso que nuestra vida cambiara o prosperara, o si aquella palabra que recibimos de alguien fue solo una buena intención de esa persona y no realmente una palabra de Dios. Muchas dudas comienzan a combatir contra la fe, cuando aparecen las dificultades del rechazo. El diablo usa los recuerdos de los rechazos recibidos que dejaron cicatrices, para susurrarnos que no será con nosotros pues Dios lo hará con otro. No olvidarnos de algo negativo no significa no estar sano.

El reflejo de la sanidad no está en el olvido, sino en que ya no duela más, porque Dios cicatriza las heridas.

El diablo trae a la memoria los rechazos para apesadumbrarnos y hacernos dudar de las palabras recibidas o de lo que hemos escuchado en oración de parte del Espíritu. En medio de todo ese contexto, David a pesar de haber derrotado a su propio gigante, termina acobijado por los propios filisteos que le dan una ciudad, Siclag, para tenerlo de su lado. Le dan una tierra para que él se asiente y David hace alianza con ellos, no solamente esto, sino que empieza a librar batallas con los filisteos y como comienzan a ganar batallas lo tienen como un héroe, siendo que ellos eran sus enemigos. Hasta que los filisteos enfrentan al pueblo de Israel, entonces ya no quieren saber nada con David porque era su pueblo y en ese momento también experimenta el rechazo de sus nuevos aliados. En medio de esa situación sucede un hecho, David está en esa batalla pero vuelve a su campamento en Siclag con sus cuatrocientos soldados y encuentra todo quemado, sus seres queridos no están allí.

1º Samuel 30:1-8

David fue rechazado por su familia, por Saúl, por Israel, por los filisteos y hasta por sus seguidores. Esta gente era descartada por la sociedad que David reclutó y les dio identidad como soldados valientes. Entonces allí volvió otra vez la duda, la palabra profética la cual decía que sería rey ¿sería real? La persecución de Saúl hacia David duró trece años y ahora su propia gente, la que el reclutó, a la que le dio identidad quería matarlo, que tremenda ingratitud hacia su persona. Muchas veces como líderes invertimos tiempo de nuestras vidas en bendecir personas y después recibimos tragos amargos, nunca lo hagamos por ellos, sino hagámoslo para Dios quien nunca nos falla.

El día en que pasamos al altar y alguien nos profetizó algo de parte de Dios, cuando todo parecía decir que no, fue el mejor escenario para que Dios irrumpiera y dijera: “¡Hasta aquí llegó el ‘no’! Ahora viene el ‘sí’ de Dios. Las circunstancias que vivimos a veces hacen poner en duda esas cosas, hay que aprender a convertir el rechazo en una fortaleza espiritual. No podemos vivir sostenidos por el aplauso o por el sonido de dulces palabras de nuestro alrededor.

Dios quiere ser siempre nuestro mejor recurso, muchas veces el aplauso no nos deja ver la necesidad de fortalecernos solamente en él.

Efesios 6:10 

“Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza”

Los rechazos de la vida, cuando estamos seguros que fue Dios quien nos llamó, que fue Dios quien se metió en nuestro corazón para cambiar la historia, nos llevan a: Si el rechazo es recibido cuando estamos firmes en Dios, enfocados en él, no produce lo que el diablo quiera que produzca, sino que produce otras cosas que terminan cambiando esa maldición en bendición.

Debemos fortalecernos en el Señor

David en vez de enojarse con su gente y desquitarse con ellos, buscó al Señor y se fortaleció en él. En su humanidad David sin duda estaría furioso con su gente, pero en vez de reaccionar humanamente se fortaleció en el Señor consultándole a Dios. Esas personas que eran desahuciadas por la sociedad, a quienes entrenó, que les dio sustento, que les un lugar de respeto, ahora quieren matarlo. Sin embargo, no hizo nada de lo que su humanidad se inclinaba hacer, sino que David se refugió en el Señor. Para cualquier reacción hagámoslo en el Señor, para pegar un grito, para llorar, para enojarnos de bronca queriendo pegar una piña al aire hagámoslo en la Presencia del Señor porque él está presente en todos los momentos.

No debemos reaccionar humanamente ante los rechazos de la vida, busquemos refugio en el Señor.

Adorar apasionadamente

Es otra cosa que podemos hacer si estamos firmes en Dios cuando llega el rechazo. Dice la palabra que David se arrojó al suelo llorando, era el número uno y tenía a todo su ejército queriendo apedrearlo, pero él clamó a Dios en su angustia.  Salmos 40:2 “Me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso, puso mis pies sobre peña y enderezo mis pasos”. David hizo todo lo contrario a lo que la gente pensó que haría, no se enojó teniendo derecho a hacerlo, no culpó a otros pudiendo haberlo hecho, tampoco se victimizó por lo que le pasaba.

Dios no habla con víctimas, dejamos de ser víctimas el día que él se dejó clavar en la cruz y pasamos a ser benditos en vez de víctimas.

David en medio de todo ese ataque de rechazo donde su humanidad podía explotar de muchas maneras, en vez de explotar humanamente lo hizo espiritualmente, se arrojó al piso clamando y llorando rendido en la adoración al único que podía sacarlo de esa situación. “Cuando nos cierren puertas humanas, abramos la puerta de la adoración, Dios nos estará esperando” él es el único que puede sacarnos de esas circunstancias. ¡Gloria a Dios!

Gozarnos en el Señor y en el poder de sus fuerzas

David luego de clamar a Dios, le creyó, aceptó la propuesta de Dios, fue a buscar al campamento enemigo lo que había perdido, recuperó todo y más todavía. Luego de clamar a Dios, creyó en la respuesta, se levantó con gozo, con fe y le dijo a su gente: . Salmos 40: “Después del pozo puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios, verán esto muchos y temerán y confiaran en Jehová.”

Como Nehemías le dijo al pueblo cuando el enemigo les rodeaba: “El gozo del Señor es nuestra fortaleza”. Se lo dijo a un pueblo abatido, cansado.

El gozo es la fortaleza de sostenernos cuando todo está en contra, sabiendo que Dios está con nosotros.

Pero nosotros tenemos además una ventaja sobre David, “SOMOS IGLESIA”, la cruz nos hizo iglesia. Podemos buscar refugio en la casa del Señor en el día del rechazo, podemos tirarnos al piso pidiendo que nos ayuden, pero no para victimizarnos, sino para fortalecernos entre nosotros y contagiar el gozo de la salvación.

No nos hagamos adictos a nuestros problemas porque eso quiere el diablo, para que demos lástima, sino por el contrario llenémonos del gozo del Señor creyendo a sus promesas y disfrutando que además no estamos solos, sino que hay iglesia. Podremos vivir el peor día de nuestras vidas pero solos nunca más.

David le preguntó al Señor si debía perseguirlos, de esto sacamos la enseñanza de que no debemos dar por sentado cual es la voluntad de Dios. A veces ya tenemos el formato armado de cómo Dios piensa, de cómo Dios responde y de cómo actúa. Esto requiere invertir tiempo en el altar, intimidad con él, porque no siempre Dios responde que sí a todo. No debemos pelear todas las batallas, nos desgastamos peleando cosas que no hay que pelear.

No le faltemos el respeto a un Dios creativo, tomemos el tiempo necesario para escuchar la voz de Dios antes de avanzar. Hay que pasar tiempo a solas con Dios para aprender a discernir su voz de cualquier otra voz y eso requiere tiempo.

Pero cuando Dios contesta nuestro clamor, en el piso llorando como David, entonces ahí pateemos el tablero del rechazo, de la bronca, de la ofensa y llenémonos del gozo por fe porque hasta quienes nos rechazan serán tocados por del Espíritu Santo.

La escena siguiente nos muestra que recuperaron a todos sus seres queridos, sus riquezas más la de los enemigos y todo el ganado también. Luego de esta victoria en Siclag, Saúl muere y David es proclamado rey. Luego de toda esa escena del rechazo, del clamor, de fortalecerse en el Señor, de adorarlo con pasión, de aceptar el gozo de que Dios ya había dicho que no se había perdido nada, Dios como recompensa determina que Saúl partiera para que David sea proclamado rey. Él fue llamado a ser rey, había sido profetizado y a pesar de estar viviendo el rechazo de todos, luego de su afirmación en el Señor en la peor circunstancia, su adoración y su gozo por fe, Dios interviene para que Saúl muriera y David sea proclamado rey.

Los rechazos son parte del proceso para convertirnos en reyes, son los que forman nuestro carácter para ser parte de cosas grandiosas con Dios.

Él no está para cosas pequeñas, son obstáculos necesarios para forjar el carácter de los escogidos, de los asignados. El rechazo y los obstáculos vistos con ojos humanos son angustiantes, son deprimentes, pero con los ojos del Espíritu son una antesala para el cumplimiento de las promesas de Dios para nuestras vidas. David dijo en el Salmo 27 “aunque mi padre y mi madre me abandonen el Señor me recibirá en sus brazos.”

“Nada ni nadie podrá cambiar lo que Dios nos dijo. Si él nos llamó, él nos sostendrá hasta que lleguemos a buen puerto, porque si él lo dice, él lo hará. Dios no tiene problema con el diablo, ya dejó la tumba vacía, ya lo venció, ya se profetizó que él volverá para reinar en gloria. El problema es con nosotros, hasta dónde estamos dispuestos a creerle a Dios, hasta donde estamos dispuestos a no permitir que ningún rechazo de la vida sea más transcendente que el Dios que nos compró, que nos planeó y que tiene escrito hasta el último día de nuestras vidas.”

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