30 de noviembre de 2025
1 Timoteo 1:17 (NTV)
Cada vez que Pablo cierra una carta de las que le envía a Timoteo, explota con un tema, un poema que es una alabanza a Dios, que fluye de la vida de Pablo, quien se pone en la lista de pecadores como el número uno. Pablo anima a Timoteo, su hijo en la fe, a que ordene las cosas, a que pelee la buena batalla, cerrando la carta con una doxología que es una explosión de alabanza.
Como alguien a quien Dios lo cruzó, resplandeció sobre su vida y lo transformó, ¿cómo no va a terminar dándole todo el honor y toda la gloria al Eterno, al Invisible? Ese es nuestro Dios. A veces, en estas temporadas, hay muchas confusiones en las personas, hay muchos tipos de pensamientos, muchos comportamientos en la sociedad, y es Pablo diciéndole a Timoteo, en el capítulo 1, que debe pelear la buena batalla de la fe.
En la pluma de Pablo hay una batalla constante, que es lo que nos pasa hoy también. En ese tiempo la batalla era contra líderes que se habían caído de esa fe, que se habían apartado, dejado de lado y estaban enseñando otras cosas. Había una mezcla en los pensamientos de esta comunidad, y Pablo le escribe acerca de esto.
Qué bueno sería tener un líder, un obrero, un pastor que nos escriba una carta que sea un mensaje de ánimo, de fortaleza, donde nos hable de seguir adelante, de seguir avanzando y, al final, que nos escriba una alabanza que le ayudó a él en su momento y que puede ser de bendición para nosotros también.
Reconocemos en esta carta la soberanía de nuestro Dios, reconocemos el control que Dios tiene en toda la historia. La palabra de este año está centrada en Apocalipsis 1:8: El que era, el que es, el que ha de venir, el Todopoderoso, el Alfa y la Omega, el Primero y el Último. El libro de Efesios nos menciona que Él administra la historia, los tiempos, la economía de los tiempos. Nosotros no somos antisistema, sino que somos una contracultura, y la carta de Primera de Timoteo termina hablando de la familia de Dios, termina hablando de la iglesia como comunidad. Esa iglesia es la que produce una transformación en la cultura del entorno, y no que la cultura ejerza influencia en la comunidad transformando las cosas.
En estos días vemos cómo las formas de pensamiento de la posmodernidad, de la posverdad, vienen a querer distorsionar el mensaje, pero el mensaje de Dios es muy claro. Su palabra es muy clara, sencilla, simple. Muchas veces intentamos desentrañar cosas, pero solo con exponernos a la Palabra, con la ayuda del Espíritu Santo, Dios trae claridad a nuestras vidas para poder ver todo de otra manera, para transformar cosas en nosotros.
Hay una palabra que nos sigue acompañando: somos iglesia. Nuestra comunidad es iglesia, y muchas veces nos salva; porque cuando tenemos un pensamiento o algo errado, la comunidad nos salva. Esa comunidad que es fiel, que está cerca de nosotros.
Hoy, como Timoteo, necesitamos de una comunidad fiel, que esté con nosotros, pero que sea genuina y también se anime a decirnos lo malo en nosotros o los pensamientos incorrectos que podamos tener, o aun cosas que quizá aprendimos por nuestra cultura, nuestro entorno, y quizá no están aceptadas de esa manera.
Hechos 16:1-5 (RVR)
En esta carta aparece Timoteo. Esta carta la escribe Lucas para Teófilo, para dar testimonio de todo lo que había hecho Jesucristo y de todos los hechos del Espíritu Santo. El libro de los Hechos no fue escrito para nosotros, pero tiene un mensaje para nosotros.
En el capítulo 16 aparece Timoteo, quien era hijo de una mujer judía y de un padre griego. En Éfeso la iglesia era multiétnica, es decir, que estaba constituida por gente de diferentes lugares. A Pablo le llamó la atención la vida de Timoteo, porque lo mismo pasó con él. Cuando Dios lo llama a la misión, Pablo reunía muchas características. Era instrumento escogido (Efesios 3:1 – Hechos 9:15). Pablo era un patricio, de madre judía y de padre romano; por eso hablaba varios idiomas, tenía doble ciudadanía y podía entrar y salir de ciertos lugares. Pablo fue un instrumento escogido, aunque antes fue perseguidor de la iglesia. Dios no borra nuestro pasado; nos hace nuevas criaturas cuando venimos a Él, pero nuestro pasado sigue ahí, nuestra historia sigue. Pablo finalizó como mártir, inspirando, yendo a la misión, estableciendo vínculos entre los judíos y los gentiles, llevando el evangelio a todas partes.
Dios es el Dios de toda la historia. Dios resignifica nuestras vidas.
Hay pequeños destellos en estos versículos acerca de Timoteo, por lo cual Pablo lo llama discípulo. Antes de que Pablo vaya a este lugar, el Espíritu Santo ya estaba obrando. La familia que discipuló a Timoteo fueron su madre y su abuela. Pablo le aconseja que no se aparte de esas enseñanzas. El hombre propone caminos, pero Dios endereza nuestros caminos. Todos los días su misericordia se renueva para nuestras vidas. Nosotros queremos caminar hacia ciertos lugares, pero Dios nos gira hacia la dirección correcta, enderezando nuestros caminos.
A veces no hay camino; nosotros pisamos y Dios pone el piso, porque el Eterno, el Soberano, a quien estamos reconociendo, tiene el control de toda la historia. A veces tenemos tanta inestabilidad en nuestras vidas que no hay piso, pero allí está Dios, viene el Espíritu Santo, el Paráclito, el Ayudador.
Timoteo era un jovencito que, poco a poco, se fue formando como colaborador. Era reconocido en su sociedad, pero también hablaban bien de él en los alrededores. Era un discípulo maduro, fiel al evangelio, tenía disponibilidad, fidelidad, servicio, movilidad para misionar a donde Dios lo llame y una vida de fe.
Dios depositó en nuestras manos algo, y debemos ser fieles administradores, fieles discípulos.
Todos tenemos un espacio de influencia a donde Dios nos puso con propósito, y nos va a dar la sabiduría para administrar lo que puso en nuestras manos. Pero también algunas veces le demandamos a Dios fidelidad, que nos responda, que nos dé su amor. Le exigimos a Dios como tomando cosas de un supermercado. Y sabemos que su amor, que es un puente redentor, siempre va a estar, no importa si nosotros fallamos. Pero ¿qué pasa si una vida demanda lo que necesita, tomando siempre y no entregando nada? Este es un mensaje que está hoy en medio de la sociedad: hacemos lo que nos parece, total nadie nos dice nada. Esto comienza a permear nuestras vidas y nos aparta del propósito.
El capítulo 1 de la carta a Timoteo es Pablo recordándole el propósito, el llamado, el origen y el destino. Al final de la carta, Pablo confía más en el carácter de Timoteo que en sus dones. Esos dones de Timoteo tienen que ser administrados con un buen carácter.
Los dones son un regalo para nuestras vidas, pero el carácter debemos administrarlo nosotros; debemos hacerlo madurar y crecer.
1º Timoteo 3:16 (NVI)
El evangelio significa buenas nuevas, buenas noticias, la cual es Jesucristo, quien transformó nuestras vidas. Ser discípulo como Timoteo es ver la vida de Cristo crecer en las personas. Jesús se encarnó como hombre y vino a la tierra. Todo lo creado era bueno, pero hubo una mala noticia (Génesis 3:16). A causa de la desobediencia del hombre todo se cayó, lo cual trajo consecuencias en su físico, en sus emociones y en sus pensamientos, y a partir de ahí entró el pecado en el hombre.
Pero el evangelio va desde el Génesis hasta el Apocalipsis; desde la creación del cielo y la tierra hasta los cielos nuevos y la tierra nueva en Apocalipsis 21. El evangelio va desde el cielo a la tierra, porque Dios mismo, según la Biblia, siempre se está acercando, siempre se está revelando, siempre está bajando. La Biblia expresa un plan de redención, y una parte de ese plan era Jesús, quien se manifestó como hombre. Vino a la tierra, fue justificado por el Espíritu, quien lo señaló en su bautismo como Hijo de Dios; fue visto por los ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo y recibido en gloria. Cristo Jesús, la buena noticia para nuestras vidas, es una persona y viene a cambiar nuestro entorno. Vino, entregó su vida sin pedir nada a cambio. Esa obra de Dios hecho hombre, que dejó que su cuerpo sea molido y derramó su sangre por nosotros, es el mayor mensaje que tenemos. No lo mataron: entregó su vida. Cuando tenemos necesidad, el Cordero nos provee; se da a sí mismo. Jesús resucitó al tercer día y nos dejó el Espíritu Santo, y nos dejó la promesa de que reinará con nosotros.
Pablo le recordaba a Timoteo su origen y su destino. Nuestro mensaje tiene un origen: el que creó los cielos y la tierra y le pareció que era bueno, el que creó a las personas y le pareció que era bueno. Y en Apocalipsis está revelado como aquel que va a venir a reinar sobre los cielos nuevos y la tierra nueva: el que era, el que es, el que ha de venir, el Todopoderoso. Aquel que murió, resucitó, venció a la muerte y traspasó los cielos nos abrió un camino hacia el Padre, por eso tenemos un destino en la eternidad.
El saber que tenemos un camino eterno nos quita toda incertidumbre, nos afirma para saber quiénes somos y hacia dónde vamos. Lo que desarrollamos para nuestra eternidad afecta nuestra realidad. Dios administra todos los tiempos.
El evangelio debe transformar nuestras vidas. Puede ser una explosión como la de Pablo, una ceguera donde Jesús se le presentó transformándolo, o puede ser algo progresivo que comienza a trabajar y a cuestionar.
En la carta de Pablo a Timoteo lo subió al cielo, pero después lo bajó con los pies a la tierra y lo centró en el evangelio. El evangelio debe ser central para nuestras vidas. No hay posibilidad de que el evangelio transforme nuestras vidas y no nos envíe a la misión, a compartir ese pan que encontramos para llevarlo a otros que también tienen necesidad. Pablo, centrándolo en este evangelio, lo volvía a centrar y a renovar. El plan de Dios es poder redimir todas las cosas.
1º Timoteo 6:15-16 (NVI)
Todas estas doxologías son anclas de enseñanzas para Timoteo. En el primer poema le habla acerca de la defensa del evangelio por gracia. Pablo explota en alabanza a un Dios de gracia que lo había rescatado de entre los mayores pecadores. El segundo poema es la definición del evangelio: lo baja con los pies en la tierra, ese misterio que va a ser revelado y exaltado. El tercer poema habla del Dios soberano del final, de la eternidad, de la consumación de todas las cosas, de aquel que tiene todo el control en nuestras vidas.
Timoteo era un líder humilde, bíblico, fiel, sufriente, perseverante. El evangelio lo transformó, pero hay un envío a la misión. Necesitamos tener una centralidad del evangelio y creer que Aquel que nos envió a la misión tiene todo el poder. La gran comisión no arranca en “ir y hacer nuevos discípulos”. En Mateo 28, el envío a la misión comienza cuando Jesús dice: “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra; por tanto, id y haced discípulos, bautizándolos.”
Bautismo en agua, bautismo en cuerpo, comunidad, enseñándoles a obedecer. Si este evangelio solo fuera información para nuestras vidas, sería una clase; pero si este evangelio transforma nuestras vidas, lo encarnamos, le permitimos a Dios que obre. Puede ser algo increíble para nosotros. Puede ser el punto de partida, puede ser el destino eterno, puede ser el centro de nuestras vidas, lo que nos conduzca en el camino.
Nuestros cuerpos son finitos, tienen una duración, pero el Rey es eterno. Hay algo más en la eternidad. Apocalipsis nos dice que reinaremos sobre la tierra. Necesitamos abrir nuestro corazón, entregar lo que tenemos, lo que queda, para presentarnos delante de Dios. Que Él nos dé sabiduría. Que podamos ser buenos administradores. Debemos analizar: ¿cuánto le estamos dando a Dios de nuestra fidelidad?, ¿Cuánto de nuestra santidad?, ¿Cuánto tiempo estamos apartando para Dios?, ¿Cómo estamos administrando lo que Dios nos dio?
“Volvamos al origen. Miremos al cielo para ver que el Dios soberano es el dueño de todas las cosas; es quien administra la historia. Debemos tomar el evangelio como centralidad en nuestras vidas. Fuimos justificados por la fe. Jesús entregó su vida por nosotros, derramó su sangre. En la eternidad no tenemos ninguna deuda, porque alguien ya pagó por ello. Un cuerpo fue sembrado para cosechar otro cuerpo. Necesitamos confiar en la soberanía de Dios, entendiendo que llegará el momento en que será revelado. La soberanía, el honor y la gloria serán solo para Él. En ese camino a la eternidad, el Señor es nuestra guía, nuestro origen y nuestro destino, nuestro Principio y Fin, el Alfa y la Omega. Dejemos que el Espíritu Santo ordene nuestras vidas para que seamos alineados a su Palabra.”
