Sabiduría y disciplina
30 de octubre de 2022
La fe no es ciega,
la fe mira a los ojos a Jesús.
Ve la verdad,
sabe cual es el camino
que lleva a la vida.Poesía por Yamila Arce
El libro de Proverbios trata todos los aspectos de la vida cotidiana que conectan el cielo con la tierra. La sabiduría no es un saber que tiene que ver con el estudio de las letras, sino tiene que ver con un hambre del corazón de la persona que quiere entender, comprender y sobre todo conocer a Dios para agradarle.
Cuando leemos el libro de Proverbios a la luz de lo que Jesús hizo nos damos cuenta que él es la sabiduría. Jesús mismo afirma yo soy el camino, la verdad y la vida, lo cual no es otra cosa que la sabiduría. El camino es el rumbo que traza nuestro destino, nuestro propósito, y los años que nos toquen vivir serán con precisión para saber dónde ir. Nuestra vida tiene eco en la eternidad y lo que construimos en el día a día, segundo a segundo, tiene valor, el cual no se ve en las personas que quedan cuando partimos, sino que se ve en cada decisión y momento que vivimos.
Por eso, caminar pidiendo sabiduría es importante, Jesús nos dice “soy el camino”, el rumbo hacia dónde vamos, es la vida, la cual fluye de manera natural en nuestra realidad y es lo que nos llevará a la eternidad. También dice “soy la verdad” que no es otra cosa que el concepto donde todo se juzga, es la piedra fundamental sobre lo que todo se construye.
Jesús nos hace entender que él es la sabiduría y que los que le amamos buscamos vivir con sabiduría.
El libro de Proverbios nos enseña acerca de dos carriles: el primero es la sabiduría y el otro carril es ese que no nos produce tanto placer como el primero: disciplina. La disciplina es mencionada treinta y un veces en este libro. En cada capítulo hay una mención, es interesante porque esto no es un monorriel, sino que va acompañado. Porque así como la palabra disciplina en el libro de Proverbios nos habla de instrucciones, de ser obedientes y ordenados, en el Nuevo Testamento la palabra disciplina toma otra dimensión que es la vida en comunidad, ya no solo se trata de la mejor versión de nosotros mismos, sino que la sabiduría pueda crecer y vivir en nosotros.
La disciplina no tiene que ver solo con el castigo que alguien nos impone o con la coerción, sino que es más profunda, no es el acatamiento de órdenes simplemente por el hecho que deben ser cumplidas porque Dios lo dice, sino que la disciplina es el amor y la gracia aplicados. Cuando se habla de disciplina se habla del amor por su palabra, por sus instrucciones. No hacemos las cosas por temor, sino porque el objeto de nuestra devoción que es la sabiduría.
La disciplina no es una obediencia ciega, sino que es fe que nos lleva a ver más allá de lo que pueden ver nuestros ojos.
Jesús menciona que son bienaventurados los que sin ver creyeron y esto ¿quiere decir que debemos tener una fe ciega? No, al contrario nos enseña que por sobre todo lo que vemos hay una medida de fe que trae mayor claridad. Por ejemplo, cuando enfrentamos una situación y nuestros ojos ven que es imposible avanzar o que no podemos alcanzar aquello que se nos prometió. Sin embargo, podemos mirar más allá de nuestros ojos y entender que Dios ha sido bueno cuando él nos sanó, cuidó, restauró, pero también podemos ver que él nos prometió que iba a nacer y nació, que iba a morir y murió, que iba a resucitar y resucitó y podemos creer que va a regresar y regresará.
No podemos ver su regreso porque la realidad nos dice otra cosa, pero nuestra fe nos lleva a ver más allá de lo que vemos, no es ciega, no saltamos al vacío, nuestra fe tiene un sustento que es la verdad, él es el que fue, el que es y cómo no vamos a creer que él es el que vendrá. Muchas veces culpamos a nuestra fe y no es la fe, sino nuestra insensatez, pues tomamos pasos y decisiones que Dios no nos pide que tomemos. La fe trae claridad, le da rumbo a nuestro hogar, muchas veces hemos asociado a la fe con lanzarnos a cosas que en realidad requieren una planificación. Por eso la disciplina es instrucción, es planificación, no se trata de planificar a nuestros criterios sino de acuerdo a su voluntad.
La disciplina es instrucción que nos muestra el camino, nos lleva más allá, es perseverancia entendiendo que debemos pagar un precio para obtener algo mayor, debemos morir a nosotros mismos para que Cristo crezca. Proverbios está lleno de disciplina personal, la gran mayoría de los proverbios nos hablan de cómo nos administramos a nosotros mismos. Hemos entendido que Dios para trazar rumbo para nuestras vidas nos impone castigos en el camino y no hay una visión de Dios más perversa que esta. Dios no permite la muerte, no permite el castigo, sino que muchas de las cosas que vivimos tienen que ver con la falta de disciplina. Porque habiendo tenido la gracia y amor suficiente para caminar hacia otro rumbo, tomamos decisiones que nos llevan al lugar incorrecto. ¿Qué hace que las cosas sean de Dios o no sean de Dios? La sabiduría y disciplina. Lo que agrada a Dios son aquellas personas que le aman con todo su corazón y que aman a su prójimo también. Entonces las relaciones y los negocios funcionan a la voluntad de Dios, pero cuando adquirimos sabiduría y vivimos en esa disciplina esto hace que la vida de Jesús crezca en nosotros.
El dominio propio no es otra cosa que morir a nosotros mismos para que Cristo crezca, entonces comenzamos apasionarnos por lo que él se apasiona, amamos lo que él ama y disfrutamos con lo que él disfruta.
La disciplina no es religión, no es un conjunto de normas que reemplazan a Dios y que utilizamos como una escalera para tener jerarquía, la disciplina tiene que ver con el dominio propio. El apóstol Pablo le dice a Timoteo que avive el fuego de Dios que está en él por la imposición de sus manos, porque no le ha sido dado espíritu de cobardía, sino de poder y dominio propio. Puede ser que nuestras vidas hayan sido marcadas por el error, o por no recibir amor de nuestros padres, o que la religión nos impidió tener la capacidad de desarrollar nuestros talentos, considerando que no tenemos las fuerzas porque siempre estamos cayendo en tentaciones, pero Pablo dice que quitó eso de nosotros poniendo un fuego que arde dentro nuestro con un espíritu de poder, amor y dominio propio.
El dominio propio no es un ejercicio de autodisciplina, la disciplina no son pautas que nos marcamos a nosotros, sino que es un don que el espíritu puso dentro de nosotros, tenemos la capacidad de sujetar nuestro carácter, de tener bondad, de rechazar el pecado porque Dios puso poder que es la capacidad de crear, de desarrollar. No nos regimos por lo que nuestros antecesores vivieron, pues Cristo nos compró y limpió con su sangre poniendo en nosotros una capacidad creativa de poder, para construir hogares, para ser distintos y marcar la diferencia. No solo nos dio poder, amor también que es lo que nos hace que todo se resuelva, lo que mantiene relaciones, mantiene vidas, cumple propósitos, enciende pasiones que son creativas y construyen cosas.
El castigo es más fácil, pues nos dicen lo que tenemos que hacer. Muchas veces le pedimos a Dios que nos castigue y ya está, como si pudiéramos arreglar así lo que rompimos o sanar a todas las vidas que afectamos. La disciplina de Dios nos confronta con nuestras debilidades y nos da las herramientas no solo para pagar nuestros platos rotos, sino hacer de esos platos rotos un lugar donde aquellos que no tienen para comer puedan sustentarse.
La disciplina de Dios nos orienta, corrige, es maravillosa, no es Dios con su vara queriendo corregir. En el libro de Apocalipsis encontramos la última revelación de Jesús buscando que la gente se acerque a él, es Dios diciendo que ya no puede tolerar más maldad, más pecado, ni injusticias, vemos al Señor interviniendo y aun en medio de toda la maldad que el mundo tiene manifestara a su hijo para ponerle fin a toda la historia.
La disciplina de Dios es una inversión que produce vida.
Proverbios 1:2-3 (NTV) – 3:11 – 4:12 – 6:23 – 10:17 – 12:1 – 13:1-3 – 15:5 – 15:10 – 15:32 – 16:22
La disciplina de Dios es el amor hecho carne manifestándose en su poder. Por eso, Proverbios lo menciona una y otra vez “es un necio el que no puede ver esa verdad viviendo una vida desordenada, es un necio el que teniendo la posibilidad de ser perdonado, comprado con su gracia y misericordia decide vivir comiendo la comida de los cerdos, es un necio el que decide abrazar la inmoralidad y el pecado por sobre una vida de santidad donde Dios nos invita a ser parte de su naturaleza”.
No nos gusta la disciplina, no nos gusta cuando nos corrigen y muchas veces no usa Dios a las mejores personas o las mejores maneras para corregirnos porque debe tratar con nuestro orgullo. Detrás de cada corrección hay disciplina, debemos aprender a filtrar las cosas porque las herramientas que Dios utiliza son personas que son vulnerables, pero la corrección que viene de parte de él es una corrección que le da forma a nuestra vida y a nuestro carácter. ¿Cómo nos damos cuenta? Porque la corrección que viene de parte de Dios nos lleva parecernos más a Jesús para que podamos ser dignos de su disciplina.
Proverbios 19:18 (NTV)
¿Cómo hacemos para arruinarles la vida a nuestros hijos? No los disciplinemos y así sucederá, si entendemos que la disciplina es instrucción modelando a Jesús, así como nosotros nos disciplinemos ellos podrán ver a Cristo entonces podremos marcar el rumbo de sus vidas con autoridad. La disciplina no solo tiene que ver con decirles a nuestros hijos qué hacer, cuándo o cómo, sino que debemos crear un ambiente así como Cristo lo hizo y ellos se apropiaran de eso. Si hay algo que podemos hacer como padres es mostrarle a Jesús.
Proverbios 23:13 (NTV)
Si entendemos que la disciplina es castigo físico podemos matar a nuestros hijos, castigar solo por el hecho de no estar contentos con lo que hicieron no es el camino, el castigo y la recompensa son parte de un proceso, de una instrucción que se modela, se habla, se comparte. Un consejo práctico para tener en cuenta: nunca corrijamos a nuestros hijos enojados, pues podemos producir un daño irreparable en sus vidas. Si corregimos de tal manera que no medimos nuestras palabras, esas palabras se convertirán en reproches y reclamos que serán mucho peor que la violencia física.
No podemos disciplinar si no somos disciplinados con nosotros mismos ¿nuestros hijos necesitan disciplina? claro que sí pero para eso debemos aprender a gestionar nuestras emociones para que una vez que paso podamos corregir el rumbo. La vara no tiene que ver con castigo físico tiene que ver con propósito, tiene que ver con dirección.
Proverbios 29:15,17 (NTV)
La disciplina hace que nuestros hijos nos den tranquilidad de espíritu y alegría de corazón. La disciplina no tiene que ver con una instrucción verbal, sino con una construcción permanente. En Proverbios la disciplina tiene que ver con una implicancia personal. Pero en el Nuevo Testamento la disciplina se traduce en la vida en Cristo, se transforma en la palabra discipulado. Pues el amor de Dios nos lleva a otra dimensión que es la vida en comunidad, por eso la iglesia tiene que ver con disciplina. Jesús hizo discípulos y nos envía a hacer discípulos, las personas conocen a Jesús a través nuestro, siguen nuestros pasos y se lo muestran a otros porque vivimos una vida en disciplina.
Nos envía hacer discípulos y bautizarlos en su nombre, esa es la vida en Cristo, es la vida de comunidad, no podemos no hacer discípulos porque a eso fuimos llamados. Si manifestamos a Cristo viviendo en comunidad el resto de las personas nos van a querer seguir, imitar e ir hacia dónde vamos pues revelamos el carácter de Jesús con una vida en disciplina.
Vivir en disciplina es vivir el camino que nos da libertad siendo la sabiduría nuestro hilo conductor.
Hebreos 12:5-10 (NTV) No manejamos las vidas de las personas, sino que enseñamos disciplina pues moldeamos nuestra vida en Cristo. Caminemos en disciplina para que nuestros hogares sean llenos de sabiduría y así nuestros hijos sean fuente de alegría y consuelo. No fuimos llamados a que nos digan todo lo que debemos hacer, fuimos llamados a vivir una vida de sabiduría y disciplina para que Cristo gobierne nuestros hogares tomando decisiones en libertad para construir algo que dure para siempre. La disciplina no es un orden rígido, sino que es flexible, nos orienta, nos ordena, nos lleva el paso a paso, es progresiva.
Cuando somos indisciplinados nos falta Cristo, por eso caminemos en disciplina y dejemos de hacer cosas que no le agradan a Dios para vivir como hay que vivir. Convivimos en una generación que desprecia la disciplina y se hunde en el pecado. La falta de disciplina ha abierto la puerta a la inmoralidad y a ideologías extrañas. La persona que se disciplina a vivir una vida saludable se aleja de la muerte, entendemos que Dios al que ama corrige.
“Señor, queremos seguir tu disciplina porque es un puente que conduce a la sabiduría y nos lleva a vivir una vida exitosa donde solo Jesús se revele. El éxito no es escalar al lugar más alto, sino es vivir una vida de sabiduría y disciplina. Anhelemos que nuestros hijos crezcan en ese ambiente de disciplina, de amor y sabiduría para que los impulse a cumplir su propósito. Las grandes pérdidas que tuvimos no son por falta de sabiduría, sino por falta de disciplina, porque la disciplina no acepta las pérdidas, busca la manera, lo transforma, lo cambia, terminemos este año con sabiduría y disciplina, pues la disciplina es la vida del Espíritu creciendo dentro de nosotros”.