
16 de febrero de 2025
Tenemos una lucha espiritual, pero viene un tiempo de reforma, de doble gracia donde descubrimos cómo la autoridad de Jesús nos lleva a no solamente esperar el ataque del enemigo, sino entrar en su terreno para desentrañar sus mentiras y caminar con autoridad espiritual. La liberación de Jesús es una invasión, que trasforma desde adentro hacia afuera quitando todo el poder de las tinieblas para ocuparlo con la vida de Cristo.
Las fuerzas del infierno deforman la realidad, destruyen las vidas, los corazones, perturban pero el Hijo de Dios tiene autoridad sobre las tinieblas.
Hay un mundo espiritual que se mueve detrás nuestro y afecta la salud física, emocional y espiritual. Hoy entendemos que debemos trabajar de manera integral, sabemos que en Jesús hay respuesta para todo nuestro ser, pero el mundo espiritual es el que equilibra todas las cosas. Jesús dijo que si el hijo de Dios nos libertare seremos verdaderamente libres, ¿Qué significa esto? Ser libre emocional, física y espiritualmente. Hay un llamado a vivir la plenitud de Cristo, no una plenitud de circunstancias, pues varían o cambian, sino que vivir en la plenitud de Cristo viene desde un encuentro con él donde nuestras vidas se rinden completamente.
San Marcos 3:20-30 (NTV)
Jesús defiende su autoridad, pues los familiares aunque veían cómo las personas oprimidas eran libres, cómo los enfermos eran sanos lo trataban de loco, era una estrategia para desautorizarlo. Y detrás de ellos, los fariseos y religiosos adjudicaban que, cómo siendo Jesús hijo de un carpintero, sin estudios, todo lo que hace lo hace con la autoridad del mal, pero Jesús les explica que ¿Cómo si él hace todo en nombre de Satanás, este mismo era destruido? Entonces les enseña un principio: “que ninguna casa dividida prevalece” pues donde hay división hay destrucción, donde hay fragmentación el enemigo encuentra un lugar donde entrar. Satanás muchas veces nos viene a susurrar al oído todo lo que hizo en las historias de nuestras vidas para destruir, donde operaron fuerzas espirituales que sumieron a la historia de nuestras familias en oscuridad. El enemigo vino para hurtar, matar y destruir, todo lo que tiene esas características viene del infierno.
Hurtar es robarnos la paz, la alegría, perturbarnos, traer conmoción, trata de culparnos todo el tiempo; destruir nuestras relaciones, personas que quizás no puedan formar relaciones, que no pueden construir vínculos, nos esforzamos por tener algo material y lo volvemos a perder una y otra vez. Detrás de todo esto está el enemigo; matar ilusiones, sueños, hay un enemigo que busca detener y romper el propósito de Dios en nosotros, es una guerra constante. El enemigo siempre deja ver sus rangos pero hay un nombre por sobre todo nombre el Príncipe, General de los Ejércitos, que aplastó a Satanás en la cruz, cuyo nombre es Jesucristo.
Por eso, nos movemos en el nombre de Jesús, por eso Jesús explica que su autoridad la aplica de esta manera: él entra a una casa, ata al hombre fuerte, lo expulsa y saquea lo que está allí, este es otro principio, es un patrón. El enemigo necesita entrar a una casa para destruirla, necesita entrar a una vida para romperla y cuando entra ata al hombre fuerte.
Nosotros somos más fuertes de lo que pensamos, Dios nos escogió desde el principio de la fundación del mundo, poniendo dones, gracia, la capacidad de amar, el dominio propio para tomar buenas decisiones, puso en nosotros el poder de crear, de generar cosas.
Por eso, Pablo menciona que Dios no nos dio espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y dominio propio (2º Timoteo 2:17). Ese poder no viene cuando nos convertimos, ese poder está en nosotros desde antes, porque Dios nos llamó con propósito, lo que pasa es que de repente el infierno encontró una puerta y ató al hombre fuerte, ató la vida de Cristo que había en nosotros, nos disminuyó y tal vez terminamos usando esos dones para hacer el mal. Por eso, cuando un hombre fuerte, entra, ata y zaquea, pero de la misma manera Jesús hace lo mismo enfrentándose al hombre fuerte porque tiene más autoridad que cualquier otro, por eso entra, ata al hombre fuerte y todas las obras del infierno caen en el poderoso nombre de Jesús.
Quizás vemos nuestras historias y vemos cómo espíritus de miseria, pobreza, escasez, de muerte han contado la historia de nuestras familias pero Jesús de repente encuentra una puerta abierta, entra, divide, rompe y quiebra, así como el enemigo divide para destrucción, el Señor rompe para hacer todo nuevo.
Nuestra autoridad para ir en contra del reino de las tinieblas viene del Espíritu que está en nosotros.
Sin embargo, nos cuesta tomar conciencia de la tercera persona de la trinidad, donde está el Espíritu Santo hay autoridad. Jesús mencionó que el Espíritu Santo y él eran uno, y declara que su autoridad viene del Espíritu de Dios que mora en él, por eso les advierte de que tengan cuidado de lo que decían acerca de él.
No hay autoridad espiritual sin la persona del Espíritu Santo.
Adoramos a Jesús porque él nos guía al Espíritu, no es liturgia, ni un rito que nos puede sanar, nos reunimos en torno a la persona del Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo entra en un hogar hay quiebre, hay ruptura, hay división, y si en el hogar se cultiva la presencia del Espíritu Santo habrá autoridad para expulsar al enemigo. Donde el Espíritu es Señor allí hay libertad.
San Marcos 5:1-20 (NTV)
Jesús cruza al otro lado del mar de Galilea, en el medio se encuentra con una tormenta donde muestra su poder y cuando llega al otro lado se encuentra con un hombre que encarnaba al espíritu gobernante de la región. El diablo paga mal, actúa desde la soberbia, desde el orgullo, hace que la gente se lastime asimisma, porque él no puede hacer otra cosa que matar, hurtar y destruir. Muchas personas sanan en el nombre de dioses, de mentiras, nada de eso es inocente, hay puertas que se abren al mundo espiritual, que son contrarias y negativas porque el enemigo siempre pasa factura. Este endemoniado aterrorizaba a la gente, pero cuando Jesús llega al lugar les ordenó a los demonios que lo abandonaran. Los demonios hicieron que este muchacho se postrara delante de Jesús, los demonios creen y tiemblan, reconocen que no tienen nada que hacer frente a Jesús, reconocen que no tienen ningún poder, ninguna capacidad, el hombre fuerte había llegado a su región. Satanás sabe que su tiempo se acorta, que el Rey de Gloria viene y que será juzgado para siempre. Jesús establece justicia en ese lugar y con la autoridad que tiene permite que los demonios entren en los cerdos. El muchacho queda libre, limpio, sano y restaurado (en su sano juicio).
Cuando un cuerpo está habitado por el mal se deforma, porque nuestro cuerpo físico ha sido diseñado únicamente por el Espíritu Santo de Dios.
La gente del pueblo le pide a Jesús que se vaya, pero el muchacho le solicita que lo deje ir con él, pero Jesús le responde que él es el hombre fuerte de esa región, pues el que estaba oprimido ahora pasa a ser el libertador. Jesús le pide que le cuente a su familia lo que ha ocurrido en su vida, pero el muchacho no solo va a su familia, también fue a diez ciudades. Cuando el muchacho estaba atado tenía autoridad sobre la región, pero cuando Cristo lo liberó, el Señor le otorgó autoridad sobre diez regiones.
Había un propósito que el infierno había querido apagar, no era un pobre muchacho, era un joven que tenía destino, por eso cuando Jesús viene manifiesta su autoridad, lo hace libre, lo envía y el joven comienza a predicar y anunciar lo que Jesús había hecho en su vida. La liberación de Cristo en nuestras vidas no es simplemente para vaciarnos del mal, no es simplemente para curar nuestras heridas físicas y emocionales, hay un propósito con el que Cristo nos ha destinado y llamado desde antes de la fundación del mundo, y es que nosotros somos instrumentos de libertad.
Cuando el Señor opera liberación en la vida de alguien no es solo para llevarlo a un lugar de mayor comodidad, sino que esa persona habiendo sido libre pueda recuperar la autoridad perdida y se convierta en el liberador de muchos.
Jesús entra a una vida y la marca con su sangre preciosa, expulsa al enemigo y declara que le pertenece. También cuando una persona viene a Cristo y es libre pero no camina en esa libertad, deja las puertas abiertas para vivir lo mismo. Tenemos autoridad sobre todo lo que nos atacaba. La iglesia cruza al otro lado para traer libertad y en un mundo de confusión él tiene poder para sanar, transformar y cambiar vidas.
San Marcos 7:24-30 (NTV)
Jesús va a una ciudad y se quiere esconder, pero la luz no se puede esconder. Se acerca una mujer gentil porque tiene a su hija oprimida, a veces el enemigo para oprimir a una familia necesita una puerta que alguien abra a la oscuridad. La niña está endemoniada, su mamá desesperada acude a Jesús con una fe muy grande y esa fe hace que su hija pueda ser libre de la opresión.
La autoridad proviene de la persona del Espíritu Santo y también proviene de la fe, de caminar con fe.
La mujer cree, en el obstáculo ve una posibilidad de creer. La mujer manifiesta esa fe obedeciendo a Jesús y cuando va hasta su casa puede ver el milagro en la pequeña.
No hay autoridad sin obediencia, no hay autoridad sin fe.
Dios nos llamó a vivir una vida en obediencia, a vivir una vida de integridad, a vivir una vida con una fe genuina, una fe que sacude al infierno, la fe no es pensar en positivo. No es ver el vaso medio lleno, la fe no es hacer de nuestra imaginación un mapa más favorable, no es que los pesimistas tienen menos fe y los positivos más fe, no se trata de eso.
La fe es una persona, es Cristo en nosotros y a veces sus maneras son diferentes a las nuestras, pero si Él dice ve y vamos tenemos por seguro que vamos a ver el milagro.
La autoridad de Jesús era una autoridad real, porque todo lo que predicaba, él lo vivía. Pablo nos dijo: “sean imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo” (1º Cor. 11:1) esa es una autoridad verdadera. La fe no es un invento, Jesucristo es nuestra fe y en él hay autoridad para vencer al mal.
San Marcos 9:14-29 (NTV)
Un papá que está preocupado porque su hijo adolescente está endemoniado, se lastima así mismo, se hecha en el fuego. Lo lleva a los discípulos para que lo liberen, pero ellos no pueden. Jesús habla con el padre para saber si creía. Aquí hay otro principio: “para el que cree todo es posible” (v.23)
El padre recibe esta palabra pero declara que su fe estaba deteriorada, que necesita que Jesús ayude a su fe. Donde hay fe, hay sanidad, donde hay fe, hay autoridad sobre la tormenta, hay cuidado en medio del dolor, donde hay fe, el luto se transforma en alegría, el lamento se convierte en danza.
Donde esté Jesús, las cosas cambian.
Jesús desata la palabra y el muchacho es libre, inmediatamente ese abrazo de amor y reencuentro entre el padre y el hijo. La autoridad viene donde está el Espíritu Santo, la autoridad viene donde hay fe y obediencia, pero hay otro nivel de autoridad, hay ciertas situaciones que solo se resuelven con oración.
Tenemos que crecer en la oración porque hay autoridad. Debemos entrar a un nuevo nivel de autoridad.
San Marcos 14:32-41 (NTV)
Jesús está atravesando el momento más oscuro, literalmente el cielo va a autorizar al infierno para abusar de él física, emocional y espiritualmente. Para romperlo, para quebrarlo, para que el peso de la maldad caiga sobre el cordero inmolado. Lo que va a suceder es imposible que un ser humano pueda soportarlo. Jesús va con su equipo de intercesores, con sus amigos y les pide que oren por él, se libra una batalla en el ambiente espiritual, el infierno sabe que si tiene una oportunidad es ese momento. Jesús está en un momento de tanta tensión emocional que los capilares de su rostro se rompen y empieza a sudar sangre.
Jesús estaba siendo aplastado emocionalmente, la angustia de toda la humanidad estaba sobre él y en medio de eso una guerra espiritual se desata y él podría haber echado a los demonios, podría haber usado la oración, podría haber clamado a la presencia del Espíritu Santo, pero lo que él declara es: “Papá, si es posible que pase de mí esta copa, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”
Hay un nivel de autoridad especial al rendirse por completo a la voluntad del Padre.
Cuando Jesús hace eso el cielo se abre, las tinieblas se disipan, venían ángeles y le servían. Jesús recibe eso y cuando está en medio de esa batalla, va a ver a sus intercesores y los encuentra durmiendo. Muchas veces el enemigo nos adormece para no recibir lo que viene de parte de Dios, cada vez que nos conectamos con el cielo se desata una guerra espiritual. Los discípulos pierden esta batalla, no pueden interpretar todo lo que está pasando y cuando Jesús llega a donde están los discípulos, les menciona que viene para ser entregado.
Jesús soporta la cruz, Pedro en el mismo contexto lo niega tres veces, sus discípulos salen corriendo, lo que no resolvieron en esa batalla espiritual después lo perdieron en el terreno que vendría antes. Por eso es necesario velar y ser sobrios, es necesario estar despiertos, la voz del enemigo es siempre la misma: que nos quedemos tranquilos, que no vayamos, que no insistamos, que no seamos tan apasionados, que dejemos que otros oren por nosotros. Pero debemos entender que es nuestra la batalla, es nuestra historia y la de nuestra familia. Jesús cruzó al otro lado para liberarnos, encontrarnos y darnos la autoridad para ejercer el poder que Dios nos dio sobre las situaciones que nos rodean. Es el momento de vivir esa autoridad en el nombre de Jesús. Llevemos el poder del cielo a donde quiera que vayamos.
“No le permitamos al enemigo que se quede con nada que no le pertenece, pidámosle al Espíritu Santo que transforme nuestras vidas. No hay un nombre más poderoso que el nombre de Jesucristo, llevemos el aroma de Cristo a todas partes, llevemos esa gloria que transforma, que cambia corazones. Y que cuando Yeshua regrese pueda sentir el perfume, la tierra se llene de su aroma y podamos reinar con él para siempre.”