AVIVAMOS EL FUEGO

1º Reyes marca un despertar en medio de un contexto muy difícil y de un ministerio profético que transformaría la vida del pueblo de Dios hasta el día de hoy. En el reino del norte de Israel había un caos absoluto y en medio de esa situación se despiertan hombres para volver el corazón de la gente a Dios, esa voz que marcaba la dirección en un tiempo muy complicado.

El precursor de este ministerio profético es el profeta Elías quien lo hace en el reino del norte, en medio del reinado de Acab que es un rey totalmente pagano que desvía el corazón de la nación en contra de Dios. Elías entonces manifiesta lo que Dios le muestra, no solo lo hace con palabras sino también con hechos y autoridad. Dios aísla a Elías durante la peor sequía y en medio de esto lo nutre y le provee. Dios lo lleva a la casa de la viuda de Sarepta, quien estaba a punto de morir porque no tenía recursos pero Elías le asegura a esta mujer que no escaseara la harina ni el aceite de la tinaja.

Muchas veces nos preocupamos por lo que vendrá más adelante pero sabemos que mientras la presencia del Espíritu Santo viva en nuestros hogares no escaseara la harina y el aceite; si Dios nos quiere en casa nuevamente es para cultivar el pan y el fuego del altar en el hogar.

Elías debe confrontar al pueblo de una manera que reaccione y elige las manifestaciones. Usamos esta palabra manifestar para tantas cosas negativas sin embargo a Dios le gusta manifestarse y no es la exposición para la vanagloria sino la revelación de quién es él. Desde el principio de la creación vemos que Dios no está escondido sino que se da a conocer y busca los ámbitos para ello. Elías es el vehículo a través de quien Dios busca manifestarse. En el capítulo 18 de 1º de Reyes nos cuenta la historia de cómo Elías sube al monte Carmelo, enfrentándose a casi ochocientos profetas, cuatrocientos cincuenta de Baal, cuatrocientos de Asera y a todo el poder político del momento.

En 1º de Reyes 18:36 nos muestra a Elías que, siendo un hombre común sujeto a pasiones, ora pidiendo que descienda fuego del cielo. También vemos aquí que nos enseña cómo enfocarnos porque el fuego del Antiguo Testamento no es otra cosa que la persona del Espíritu Santo. ¿Cómo podemos mantener en nuestro hogar un altar encendido y que hace falta para que el fuego de Dios descienda? Debemos darle relevancia, lugar, importancia y comenzar a experimentarlo naturalmente para que se manifieste. Conocemos a Cristo a través de la iglesia, lo vemos cómo se expresa a través de los otros hijos, a través de la gracia o don de cada uno. Necesitamos ser parte del cuerpo de Cristo porque es una manera de mantener un hogar encendido, debemos darle valor a la manifestación de Dios en nuestras casas en las posibilidades que tengamos, no tenemos excusas. Somos parte del cuerpo, de la iglesia porque es lo que nos sostiene, no vamos a encontrar a la iglesia ideal, esa es la que se prepara para las bodas del Cordero. La iglesia de ahora es la que está siendo perfeccionada por el Espíritu Santo. Debemos lograr que tanto en nuestras vidas, como en las de nuestros hijos, resuene la voz del Espíritu.

Debemos tomar conciencia de que Dios tiene un plan y debemos contribuir con ello, nuestros hogares son parte. Cuando Elías se centra en el fuego de Dios necesita que todo el pueblo lo vea para que le reconozcan, todo lo que se busca se encuentra por eso cuando hay fuego todo se consume, todo se equilibra. Quizás tengamos muchas cosas que pedirle a Dios pero vemos cómo Elías con todas las preocupaciones que tenía y había, amontona todo en un lugar, coloca la leña y le pide a Dios que caiga su fuego para que lo  consuma. Cuando nuestra ocupación es agradar al Señor el resto de las cosas se ordenan.

Que todo lo que somos y tenemos sea una evidencia de nuestro Dios. Donde hay fuego de Dios, hay justicia. Hoy Elías no lo representa a un profeta al que consultamos sino que es la vida profética que está en la iglesia, hay un Elías en cada hogar y en cada rincón de Rawson, que todo sea lleno de la gloria de Dios. Cuando una persona anhela el fuego ya nunca más busca la comodidad.

Los hogares y familias que han sido marcados por el fuego, no ven un sacrificio sino que ven una honra. Por eso tenemos una iglesia que no se detiene, se brinda, se da, en este tiempo de aislamiento el fuego se multiplica y el Espíritu Santo se despierta. Quienes amamos el fuego somos respaldados por el fuego.

“Deseamos que el fuego del Espíritu Santo caiga sobre nuestros hogares consumiendo todas las cosas que tenemos y nos preocupan. Declaramos hogares encendidos en este tiempo en el que los reyes y gobernantes están detrás de sus historias y nada los satisface. Queremos tu gloria y presencia encendiendo altares donde el fuego que se revela sea Jesús. Nunca se apagará el fuego en nuestros hogares  y todo lo que viene para disminuir la pasión será corrido en el nombre de Jesús. Se despierta una iglesia profética donde el Señor se manifieste con fuego, trayendo justicia, trazando un nuevo camino y marcando una nueva temporada. Donde el fuego arda con pasión traduciéndose en acciones de amor que produzcan cambios radicales. La voz de Dios va a ir en aumento, los altares de los hogares serán reparados y en estos tres meses veremos como nunca antes el poder del fuego del Espíritu Santo.”

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