
9 de marzo de 2025
Debemos entender que cuando hablamos que es el tiempo de la iglesia no estamos hablando de un edificio, sino de las personas, hay una generación de iglesias que fueron pensadas por Dios para este tiempo y nuestra casa es una de ellas. Quizás nos podemos preguntar ¿y cuándo será mi tiempo? Otros pueden decir en cuanto resuelva algunas cosas claves de mi vida, el Señor va a contar conmigo en todo y ese será mi tiempo. Pero creemos que hay una respuesta para estos dos planteos: “Este es nuestro tiempo”
San Lucas 12:54-56
Jesús le habla a la gente diciéndoles que mucho conocen de estos tiempos pero no entienden lo que está pasando, lo que él está planeando, en la palabra nos menciona: que en los últimos tiempos el amor de muchos se enfriará, pero también el de muchos se va a encender. (San Mateo 24:12) Este es el tiempo de la iglesia, debemos entender que es ahora, no mañana, no es después de algunas circunstancias, o de algunas soluciones en la vida, es hoy.
Mucha gente espera tener su vida acomodada a sus desafíos personales y no se dan cuenta que el verdadero desafío de Dios es hoy.
Hay un tiempo cronos que nos dice que cada día que pasa se nos acorta nuestro tiempo en la tierra físicamente hablando, es el tiempo que afecta nuestro cuerpo, como dice Pablo: nuestro hombre exterior se va desgastando (2º Cor 4:16). Sin embardo, la edad biológica no es lo más importante o el factor determinante, pero sí va abarcando límites en nuestras vidas. Pero como Dios es atemporal el crono no es trascendente. La Biblia nos dice: que mil años es como un día y un día como mil años.
Veamos la promesa que Dios le hizo a Abraham quien la recibió a los setenta años, o Josué quien entró a la tierra prometida cuando era un anciano, pues no tiene que ver la edad cronológica. Dios le promete a Abraham que le daría un hijo a los setenta y cinco años con el detalle de que Sara era estéril y que ese hijo sería el de la promesa. Entonces, a los cien años cuando ambos estaban imposibilitados biológicamente en el tiempo cronos, vino el hijo deseado y prometido.
La edad, las limitaciones humanas, económicas, los impedimentos, los imposibles, nada de eso impedirá a Dios hacer lo que nos prometió. Si tenemos fe para creerlo y para vivirlo entonces Él va a irrumpir en estas circunstancias de nuestras vidas para cambiar la ecuación y lo imposible va a suceder. Dios es Dios de imposibles, lo posible nos toca a nosotros.
El tiempo cronos jugó en contra de Abraham y de Sara a tal punto que el apóstol Pablo en Romanos 4:18 nos dice: que esa era la esperanza en contra, dándonos a entender que no había manera de sostener la esperanza en ese cuadro de situación: de la edad y la esterilidad de Sara.
Pero hay otra dimensión de tiempo que no se puede medir y es el tiempo profético, el tiempo que en lo Biblia se llama “el tiempo de la promesa, el tiempo kairos, el tiempo de Dios” y es cuando tiene lugar el cumplimiento de todas las promesas de Dios. Cuando llegó el tiempo de la promesa increíblemente el cuerpo gastado y envejecido de Abraham y de Sara se renovó a tal grado que funcionó mejor que en los días de su juventud, porque no solo pudo unirse físicamente a su esposa, sino que Sara fue sana de tu esterilidad. Dios permitió que ocurrieran dos milagros por su poder.
Siempre que se acerca el tiempo del cumplimiento de lo que Dios prometió, habrá un movimiento en el mundo espiritual en oposición a lo que está por acontecer de parte de Dios para nuestras vidas. Nadie quiere ese tiempo de pruebas, que el enemigo se ocupe de nosotros es algo malo, pero hay algo peor y es que no se ocupe, pues entonces no estamos haciendo nada para Dios. Por eso cuando este por ocurrir algo importante en nuestras vidas de parte de Dios el diablo no va a aplaudir.
Cuando se acercaba tiempo del nacimiento de Moisés, el líder que Dios iba a usar para liberar a su pueblo, Faraón decretó la muerte de todos los niños varones y el motivo era para que no creciera, ni se multiplicara el pueblo hebreo, pero en el mundo espiritual había una guerra espiritual para impedir el plan de Dios. Lo mismo ocurre hoy, la guerra espiritual se viene sobre nuestras vidas para que no se cumpla el plan de Dios.
Dios nos salvó con propósito, por eso cuando está cercano el cumplimiento de ese propósito el diablo no se va a quedar quieto, va a querer impedirlo.
Cuando llegó el tiempo del nacimiento del Señor Jesús, qué casualidad que Herodes mando a matar a todos los niños de dos años para abajo, el argumento era que no podía haber otro rey fuera de Herodes. Pero en el ámbito espiritual el ataque de Satanás estaba centrado en impedir que Jesús cumpliera su propósito. Si había alguien que no quería que Jesús muriera en la cruz era el diablo, ni que resucitara para la gloria de Dios porque si lo hacía, la salvación iba a alcanzar a tantos como lo ha hecho. El objetivo del diablo era que eso no pasara, pero por supuesto no pudo evitarlo.
No nos preocupemos por lo que vemos, confiemos en el que no vemos, pero que es fiel y verdadero.
Hechos 7:17 nos menciona que cuando ya se acercaba el tiempo de la promesa que Dios le había hecho a Abraham, el pueblo crecía y se multiplicaba. En el mundo espiritual ya estaba declarada la palabra y empezaba a tener resultado, como lo vemos cumplido en Éxodo 1:6 <murieron José y sus hermanos y toda aquella generación, sin embargo los israelitas tuvieron muchos hijos y a tal grado se multiplicaron que fueron haciéndose más y más poderosos y el país fue lleno de ellos> ¿Por qué? Porque en Génesis 17 se había soltado esa promesa “¡Te he puesto por Padre de multitudes, te multiplicaré en gran manera! Esto fue dicho a un anciano y a una estéril, pero cuando Dios dice ya está hecho, hay un tiempo para el cumplimiento, pero ya está declarado. Los pensamientos de Dios son más grandes que los nuestros, Dios piensa y ejecuta. La ejecución no es la práctica según el razonamiento humano, la ejecución para Dios es declarar la palabra. Cuando Dios declara una palabra profética en nuestras vidas es como si ya estuviera hecha, y él espera para que la vivamos en fe antes de que se haga realidad.
Abraham sería una nación grande y fuerte, siendo benditas en él todas las familias de la tierra. Cuando se acerca el cumplimiento de un tiempo profético, hay una actividad demoníaca que intenta impedir lo que está por acontecer.
Vamos a ver tres pasos para lograr el cumplimiento de las promesas que Dios ha hecho.
Fe, paciencia y acción
Son necesarias para heredar las promesas de Dios en nuestras vidas. Abraham era amigo de Dios, el Padre de la fe, quien espero con paciencia y alcanzo la promesa. (Hebreos 6:12-15) No esperemos que nos pase algo con el diablo, si no esperamos que nos pase con Dios. Esperemos que nos pasen cosas con Dios y en el camino el diablo seguro nos pegará y a veces nos pega muy fuerte porque sabe a dónde pegar, pero ahí es donde podemos descubrir realmente que él pelea nuestras batallas, que somos mucho más fuertes porque él nos fortalece.
La palabra nos dice que sin fe es imposible agradar a Dios, el justo vive por fe, todo lo que recibimos de Dios lo recibimos por fe. La fe tiene que ser algo real y práctico no algo filosófico, algo que marque nuestra manera de hablar, de movernos, de accionar, de tomar decisiones.
Muchas veces tenemos fe pero nos falta paciencia. Avanzamos en la vida cristiana un tramo importante pero viene una prueba o un error, retrocedemos un poco y ya tiramos la toalla. No abandonemos la carrera y si nos caímos, su diestra nos sostendrá, nos levantará, cobraremos impulso para volver a correr la carrera, no permitamos que nada nos detenga. No se trata de ir y venir o de esperar el tiempo sin que pase nada, la clave está en la actitud de la espera, en la calidad de la espera.
La paciencia para esperar no es inactividad, la paciencia es guerra, es entender que saldremos de las situaciones difíciles, es declarar que no volveremos a caer, la paciencia es entender que no nos ganara nada de lo que venga. Debemos tener acciones concretas de fe en dirección del cumplimiento de lo que Dios nos prometió y no permitir que nuestra inacción cancele la promesa.
Cuando estemos creyendo que no va a pasar, que la derrota está asegurada, veamos que a la vuelta de la esquina está Dios esperándonos para llenarnos de gloria. Debemos vivir por fe, debemos tener paciencia para esperar el cumplimiento de cada promesa.
Pero también debemos dar acciones de fe. La acción precede a la gracia. Primero la acción después la gracia. No es que a Dios le pedimos que nos acompañe en lo que decidimos sino que tenemos que preguntarle al Señor las decisiones que debemos tomar, pero para esto debemos estar enfocados en el Espíritu con una relación muy íntima para que suenen las alarmas cuando estamos por dar un paso que él no aprueba.
No podemos pedirle a Dios que bendiga lo que decidimos sin él. Debemos tener acciones de fe que demuestren integridad y nuestra convicción de que Él hará todas las cosas.
Cuando creemos y estamos dispuestos a esperar el tiempo de Dios, empezamos a movernos como que el milagro ya aconteció. No hay mejor cosa que el milagro nos encuentre habiendo vivido la vida como que el milagro ya estaba hecho. Dios nos está preparando y nos dice que lo tengamos que hacer para ´él lo hagamos pronto, que no esperemos más, este es nuestro tiempo. Basta de excusas y pretextos aunque sean válidos. Dios nos dará oportunidades para soltar lo que nos impartió de distintas maneras, no permitamos que las excusas y pretextos frenen lo que Dios quiere hacer, “este es nuestro tiempo”.
Dios no habla con víctimas, Dios habla con benditos y benditas. Dejamos de ser víctimas el día que Cristo decidió morir en la cruz para clavar el precio de nuestra condena.
Si estamos pasando algún desierto vamos a invertir nuestro tiempo en las cosas de Dios y nuestra recompensa será mucho mayor cuando salgamos del desierto. Porque Dios no es deudor de nadie, siempre será nuestro acreedor, no nos alcanzara la vida para agradecer lo que Dios hará, así que todo sacrificio que hagamos, toda valentía de fe en los días difíciles tendrá una recompensa grandiosa que va a superar el precio que pagamos en esa prueba.
Tenemos que aprender a leer el mundo espiritual para mantenernos firmes, debemos ser conscientes de que el diablo nos quiere arruinar y cada cosa que nos pasa sin duda él tiene algo que ver, hasta que si nos pasa con gente querida, él no quiere que se cumpla el propósito de Dios en nuestras vidas.
Nehemías 6:1-14
En cinco ocasiones trataron de asustarlo, llenarlo de dudas y lograr que parara el plan de Dios, el diablo siempre va a tratar de asustarnos, por eso el famoso ¡NO TEMAS! es tan recurrente en la Biblia, inclusive de la boca de Jesús, porque una de las estrategias del diablo es producirnos miedo.
Cuando mentiras o ataques nos llenen de miedo o de dudas para no avanzar al propósito de Dios en nuestras vidas hay un solo camino. La única manera de defendernos de una palabra de mentira es cambiarla por la palabra de verdad.
A veces el enemigo nos invita a conversar con él de maneras sutiles, a veces con nuestros propios pensamientos, para detenernos nos susurra al oído, para desenfocarnos y a veces caemos en la trampa.
No coqueteemos con el diablo porque nos hará hacer, al enemigo solo debemos darle órdenes en el nombre de Jesús. Vemos en el pasaje anterior como Nehemías respondió las cinco veces con firmeza y convicción. Muchas veces el diablo nos tienta sutilmente de distintas maneras, y a veces pisamos firmes en la fe pero de a poco nos vamos debilitando, descuidando y caemos en su trampa. Muchas veces el diablo suele usar hasta verdades de la Biblia y lo hace con mucha sutileza y es efectivo en su objetivo: enfriarnos.
No tenemos nada que hablar con el enemigo, nuestra conversación es solo con Dios.
A Jesús el diablo lo tentó con la verdad pues estaba buscando que pueda entrar en una conversación con él de aceptación de su señorío, pero el único Señor de Señores era Jesús. O la joven profetiza falsa en Hechos 16:16, que cuando Pablo predica, ella habla de la veracidad de su mensaje y el apóstol teniendo el discernimiento la hace callar reconociendo que es una estrategia del diablo, tuvo discernimiento para desacreditarla. Pero para tener discernimiento hay que estar en sintonía con el Espíritu Santo, debemos pasar mucho más tiempo con el Espíritu Santo, porque a veces el diablo se va a disfrazar de palabras espirituales y hasta verdaderas y solo vamos a discernir lo que es de Dios conociéndolo, aunque nunca terminemos de conocerlo.
1º Corintios 2:11
En efecto, ¿Quién conoce los pensamientos del ser humano, sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios.
A veces el diablo de maneras mentirosas nos va a decir cosas que anhelamos escuchar, o cosas que Dios quiere hacer con nosotros pero con solo el hecho de hacernos dudar para que al comparar la promesa con nuestra realidad nos demos cuenta que no sucederá. No nos dejemos manipular por el diablo, son estrategias mentirosas para distraernos o detenernos porque algo grande va a pasar con nosotros. El enemigo siempre usará maneras para atemorizarnos, para debilitarnos, para hacernos tirar la toalla.
Cuando el diablo nos ve fortalecidos en el Señor, cambia de estrategia, vemos cómo a Nehemías lo invitaron a la iglesia, para huir y esconderse. No vamos a la iglesia a lavar culpas para volver hacer lo incorrecto en la semana hasta el próximo domingo. A veces tomamos a la iglesia como un refugio dominical pero Dios tiene un plan 24/7 para nuestras vidas, no podemos ser de una manera en la iglesia y de otra afuera.
Debemos entender que la iglesia no es un lugar para esconderse, sino que es un lugar para fructificar. No vamos la iglesia para escondernos de una doble vida, de una falta de integridad. No vamos a escondernos, sino a dar fruto para la gloria de Dios.
El diablo puede operar en la propia casa de Dios si le damos lugar, cuando no puede sacarnos de la casa de Dios, puede muy sutilmente usar errores de hermanos o lideres para que nos distraigamos o detengamos. Nuestros enemigos no están en la familia de Dios, sino que el objetivo del diablo es que no entendamos que este es nuestro tiempo. Dios nunca nos va a pedir que nos escondamos de nadie o de nada y mucho menos de él, la palabra está llena de promesas para fortalecernos para que no huyamos de las circunstancias adversas.
Salmos 23:5 “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores” esta promesa nos da autoridad para enfrentar cualquier persona o circunstancia.
Jeremías 1:19 “Pelearan contra ti pero no te podrán vencer porque yo estoy contigo para librarte, afirma el Señor” claro que no será fácil pero será como Dios nos dijo y nada ni nadie lo cambiará.
Salmos 27:3 “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón, aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado”
Para que podamos activarnos en el propósito de Dios debemos entender lo que Dios nos dice sobre nuestra relación con el Espíritu. Nos dice en la palabra que no apaguemos el Espíritu o que avivemos el fuego del don de Dios que está en nosotros, pues se apaga cuando nos distraemos.
Cuando nos ocupamos en las cosas que Dios nos encomendó no hay nada que nos pueda afectar.
Apagamos el Espíritu cuando nos enfocamos en objetivos personales, no nos olvidemos que Dios se ocupa de ellos, más bien busquemos el reino de Dios y su justicia y todas las cosas serán añadidas. Apagamos el fuego del Espíritu cuando encendemos otros fuegos, sean lícitos o no, todas las cosas nos son lícitas mas no todas nos convienen, todas las cosas nos son licitas mas no nos dejaremos dominar por ninguna. Todo nos es lícito pero no todo nos conviene, todo nos es lícito pero no todo nos edifica (1º Cor 6:12). Debemos enfocarnos de servir a Dios de todas las maneras posibles, no hace falta un título para hacerlo. Debemos entender la importancia de la impartición, cuando recibimos una impartición de alguna autoridad espiritual o algo de Dios, cuando pasamos al altar, no nos podemos quedar con nada de eso porque es para impartirlos a otros, porque es sobrenatural, no nos pertenece.
Efesios 4:30 “No hagan que se ponga triste el Espíritu Santo de Dios, que es como un sello de identidad que Dios puso en ustedes, para reconocerlos cuando llegue el día en que para siempre serán liberados del pecado”. El Espíritu Santo se entristece cuando nos olvidamos de él, cuando estamos en piloto automático, los que llevamos muchos años en el Señor, la experiencia puede ser un problema. Cuando nuestras acciones están basadas en nuestro espíritu, lo entristecemos, cuando vivimos la vida y tomamos decisiones sin consultarlo a él, debemos pedirle que interceda para darnos revelación de lo que quiere que hagamos.
El pecado llena de tristeza al Espíritu Santo, el avergonzarnos de su palabra, la doble vida. Dios no nos quiere perfectos, nos quiere verdaderos.
No resistamos al Espíritu, dejemos de tener el control de nuestras vidas. ¿Cuántas veces perdimos el control por carnalidades? Es hora de entregar el control de nuestras vidas completamente al Espíritu Santo, nos va a llevar hacer locuras. Vamos hacer el ridículo más de una vez, nos vamos a sentir inseguros otras veces, pero si el Espíritu Santo tiene el control de nuestras vidas, si dejamos de resistirnos y le dejamos que tome el gobierno vamos a comenzar a vivir la vida más feliz que jamás pudimos imaginar. Él derramará sobre nuestras vidas el favor de Dios, los milagros de Dios, los dones del Espíritu Santo, entonces lo sobrenatural se va hacer natural en nuestras vidas.
“Se acerca el tiempo del cumplimiento de lo que Dios nos prometió, celebremos, demos voces de júbilo, Dios lo prometió y se concretará pronto. Llegará el tiempo de lo que Dios prometió a nivel universal, que la tierra será llena de la gloria de Dios donde Jesús gobernará sobre ella. Se acerca el tiempo en que el Espíritu Santo sea derramado sobre toda carne. Se acerca el tiempo en que la iglesia estará sin arruga, sin mancha, una iglesia gloriosa lista para casarse con el novio. Se acerca el tiempo en que adoraremos al Padre verdaderamente en espíritu y verdad.
Se acerca el tiempo en que el evangelio será predicado por testimonio a cada nación antes de que el Señor venga en gloria a reinar con su iglesia. Se acerca el tiempo de una evangelización efectiva, de una iglesia distinta, de un fluir del Espíritu Santo, ya no de avivamientos personales, sino de un avivamiento de la iglesia poderosa. Veremos a la iglesia de Dios en su máxima dimensión, un crecimiento y una multiplicación sin precedentes. Se acerca el tiempo en que nuestras vidas alcancen el propósito que Dios espera desde que nos salvó. Dios no nos quiere espectadores, él nos quiere protagonistas.”