Escándalo

23 de marzo de 2025

Generalmente las enseñanzas de Jesús eran un escándalo.

Juan el Bautista preparó la venida de Jesús y, hoy, la iglesia, es decir, cada uno de nosotros, prepara el camino para su regreso. El camino de Jesús es seguirle y morir a nosotros mismos para que él crezca; por eso nos invita: ¡Yo estoy a la puerta y llamo! El que quiera, abre la puerta y entra, pero en ese abrir la puerta él se sienta a la mesa y cena con nosotros.

Esta es una invitación cotidiana para cada uno; muchas veces perdemos rápidamente la memoria. David dice: ¡Alma mía, alaba a Jehová! Porque el alma se olvida de lo que Jesús hace y hará por nosotros; se olvida porque está nublada por diferentes situaciones para no tener una conversación con Jesús. Este es el mal de nuestros tiempos: la distracción permanente. Quizás no hacemos cosas malas, no pecamos, pero las rutinas o urgencias ocupan el lugar que Jesús debe ocupar en la mesa con nosotros.

Esta invitación que Dios nos hace es para que preparemos nuestro corazón a su plan. No sabemos lo que pasará mañana, pero que nuestro corazón esté ardiendo y tan firme, de modo que lo que nos toque atravesar no doblegue nuestras convicciones ni haga dudar nuestra fe, permitiendo así que se endurezca. Debemos estar preparados y entender que no vamos a caminar sobre un colchón de rosas; pasaremos dificultades, pero que estas no afecten lo que Dios es y hace por nosotros.

Estamos en una generación escatológica y por escatología entendemos que es el estudio del fin de los tiempos, los acontecimientos previos al regreso de Cristo. ¿Por qué hablamos una y otra vez de esto? Es para que el fuego de nuestro corazón no se apague, y si nos paramos cinco años atrás hasta ahora, hemos visto todo lo que está profetizado, por ejemplo: una pandemia mundial, salimos de esa ella y entramos en una guerra, salimos de esa guerra y no paramos de ver violencia, destrucción, vemos todo lo que está escrito en la Biblia. Tenemos dos opciones para esto, preparar nuestro corazón para no enfriarnos y poder llegar a comprender por qué suceden estas cosas o podemos decir que esto pasa hace años, que Dios se tarda y no viene más. Nos sumamos al fuego permitiendo que este fuego arda para prepararnos de pie frente a lo que suceda o dejamos que pase y nos enfriamos.

Hay una invitación de parte de Dios y cuando le conocemos no hay términos medios. O es vida o muerte, entregamos nuestras vidas por completo o vivimos para nosotros y para el pecado.

Por mucho tiempo se ha predicado un evangelio liviano, que Dios está con nosotros sin importar lo que hagamos. Dios está, por supuesto, pero no participa de las cosas que hacemos mal. Dios es santo y no está donde hay pecado y por mucho tiempo la religiosidad nos ha llevado a levantar nuestras manos pero cuando salimos de ese lugar de adoración hacemos cosas que no están permitidas a la luz de la palabra. Muchas veces podemos decir que es difícil vivir en santidad, pero es difícil para aquellos que no han muerto a su carne y que todavía no están seguros de si Dios es suficiente para ellos. La palabra nos habla de ver y probar a Cristo, pero para ello necesitamos vaciarnos de los que nos lleva a llenar nuestra alma de los apetitos momentáneos.

San Lucas 7:18-23

La palabra que menciona en Lucas es tropezar, escandalizar, ofender, todas tienen el mismo origen. La palabra griega Skandalon es de la cual proviene la palabra escándalo, la cual significa tropezar, tentar al pecado o hacer que alguien abandone a quien está siguiendo. Hay una frase que usan los teólogos que es el “escándalo de la particularidad” que es la doctrina que se basa en el modo en que Dios obra pero que representa un escándalo para el hombre natural. Es la manera de ver en la forma que Dios obra como algo escandaloso, algo que la mente humana no entiende.

Filipenses 2:1-11

Cuando Jesús vino a la tierra su propio pueblo lo esperaba como un Rey que viniera a vencer a todos los romanos, que viniera a presentarse en un caballo y que con su espada matase a todos los romanos y griegos para que los judíos salgan como vencedores. Es la idea que tenían de su salvador. Esto pasará cuando Cristo regrese a la tierra físicamente, terminará con el pecado para establecer un reino de justicia. Pero, Jesús no vino como ese Rey que esperaban, no vino como ese hombre vengativo, sino que vino como un hombre, vino de carne y hueso. Vino semejante a nosotros, vino a nacer en un pesebre, vino como inmigrante a la tierra porque dejo su gloria. Este Rey vino en forma débil y esto fue un escándalo para los de su época.

Este escándalo que causó Jesús es uno de los más grandes, porque esperaban a un Dios que haga las cosas como ellos deseaban. No vino a librar al hombre de sus opresores, sino a librar al hombre de su pecado, de su condición, de su egoísmo, de su vanagloria para devolverle el estado original por el cual fue creado. Para los seguidores de Jesús el mensaje es ser como Él, no es agachar la cabeza para recibir maltrato, sino que es entender que debemos humillarnos a nosotros mismos para mostrar la gloria de Jesús.

La palabra nos dice qué felices son aquellos que no ven a Jesús como un tropiezo. Podemos ver que Juan el Bautista estaba preso por predicar el evangelio, pero también por la ofensa de una mujer, un corazón ofendido que no aceptó la verdad. Juan le hace ver a Herodes que vivía en pecado pues, estaba con una mujer que no era la de él, esta mujer ofendida por la verdad, influenciada por Satanás, le pide a la hija que cuando terminara su baile le pida a Herodes la cabeza de Juan el Bautista. Vemos que Jesús no lo salvó a Juan, por eso Jesús nos dice: que es bienaventurado el que no se escandaliza de él.

Quizás tendremos muchos cuestionamientos y preguntas a lo largo de nuestra vida en Cristo, el mismo Juan el Bautista dudó preguntando si él era el Cristo o debían esperar a otro. A lo mejor pasemos por incertidumbres, preguntándole a Jesús si lo que estamos viviendo era lo que tenía planeado para nosotros, pero la paz de Dios no se trata de librarnos de todo eso sino de saber que él tiene el control. Juan preparó el camino para Jesús, proféticamente y espiritualmente hizo todo lo correcto ¿Por qué permitió que muera así? Hoy en la vida nadie quiere perder, todos queremos una vida feliz, tranquila, segura, pero este sistema no lo puede dar, no lo busquemos, nada nos da la seguridad eterna.

El evangelio no son reglas, sino es aprender a morir para encontrar a dónde está el verdadero deleite.

Para el mundo es un escándalo ciertos tipos de muerte, ¿Quién dijo que morir era una honra para Juan el Bautista? ¿Y por qué no? si todavía le queda una eternidad. Tenemos que convivir con las victorias y con algunas pérdidas, el tema es cómo las vamos a enfrentar. La ofensa es algo que el diablo está usando en las iglesias para entretener, pues sabe que cuando produce ofensa en el corazón genera a través de las palabras discordia, murmuración, desagrado, malas actitudes. Aun estando en el cuerpo de Cristo, es un trabajo que el enemigo hace para fragmentarlo. Los cuestionamientos producen fragmentación, las palabras no se las lleva el viento, las palabras son semillas. No vamos a encontrar la iglesia ideal pues Jesús amó a una novia imperfecta que está en pleno crecimiento. Sí vamos a encontrar a la iglesia que se perfecciona, que se entrega, que se humilla, que cuando comete un error tiene el valor de levantarse.

Muchos pedimos avivamientos pero poco arrepentimiento y cuando el arrepentimiento toma parte de nuestras vidas nos volvemos más humildes, menos ofensivos, menos intolerantes.  Cuando el arrepentimiento viene a nuestro corazón no nos escandalizamos por la manera que Jesús trabaja en nosotros.

Dios eligió el amor como manera de perdonar, debemos aprender a conocerlo. Dios debe juzgar, pero hay promesas de Dios para aquellos que permanecen fieles. Él tiene una manera de obrar que muchas veces no la entendemos, ¡Dichosos son aquellos que no encuentran en el Señor tropiezo! ¿Cómo medimos el éxito, la satisfacción? Hay un solo filtro, experimentemos a Dios y después decidamos, experimentemos la plenitud de la vida de Cristo y después medimos todo lo demás.

No nos volvamos religiosos de palabras, no vivamos una vida sin el obrar de la persona de Jesús en nosotros, porque lo que Dios está haciendo hoy lo quiere revelar todos los días. A lo largo de la historia podemos ver la forma en la que Dios hizo todas las cosas y el enemigo todo el tiempo va a crear conflicto para que todas las formas en las que el Señor obre nos parezcan escandalosas.

Nunca vamos a poder entender lo valioso y hermoso que es Jesús hasta que lo experimentemos.

San Juan 6:41

Jesús se da cuenta que la gente lo sigue por los panes y los peces, que lo siguen por el sustento, sin entender que él había venido para salvar lo que se había perdido. A dar vista a los ciegos, a liberar a los cautivos, a declarar el año del favor de Dios, a liberar a los presos espirituales, a traer vida, que no solamente vino a traer panes. Este es el conflicto creado en ese pasaje, pero cuando menciona que él es el pan de vida y que pueden comer de él, lo cuestionan como que hablaba incoherencias. Pero, cuando Jesús se da cuenta que sus discípulos murmuraban acerca de esto, les pregunta si eso también les resultaba escandaloso, les resultaba de tropiezo o les ofendía.

Hay parte de Jesús que nos agrada, los milagros, el maná del cielo, lo extraordinario, pero seguirlo, conocerlo, experimentarlo, caminar en santidad, hacer buenas obras, perdonar, amar, renunciar ya no nos gusta tanto, esa parte nos ofende. No está mal que en algún momento sintamos que es mucho para nosotros, podemos tener un momento de debilidad, pero el punto es no alimentar esa ofensa o lo que nos confronta.

Jesús confronta y ofrece una nueva manera de vivir, pero Jesús no es ofensor, pero su confrontación y el estilo de vida que nos invita a vivir van en contra de nuestra manera carnal y pecaminosa. Es un choque de naturalezas, por eso nos duele, no nos gusta, por eso luchamos, por esas maneras que tiene de obrar. Cuando entendamos que Dios nos elige y que nuestro corazón debe estar abierto a recibir esas maneras que son únicas para cada uno recién allí vamos a tener libertad. Lo que Jesús dice a veces choca con mi sistema de prioridades, de valores, de ideales. Por eso la gente se ofende cuando no está dispuesta a morir y a seguir la cultura del reino.

Cuando quieran venir las dudas y los interrogantes queriéndonos escandalizar por la manera en las que él está obrando tenemos que rendir nuestra vida para estar dispuestos a aprender, a caminar y a recibir lo que nos enseña. Debemos tener la humildad para aceptar y tener un corazón enseñable.

 No vivamos una vida con tanta ofensa, con tantas preguntas, sino que disfrutemos de la vida que nos da. Si le damos lugar a la ofensa entramos en un acuerdo con el diablo, con el infierno. Seamos como Jesús amemos, humillémonos, soltemos perdón para tener libertad, debemos arrepentirnos para cambiar nuestra manera de pensar y de vivir. Hay una tremenda declaración que hizo Pedro cuando todos comenzaban alejarse de Jesús: “¡a quien iremos si solo tú tienes palabras de vida eterna, nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Cristo el Hijo del Dios viviente!”

Cuando vengan cuestionamientos en nuestras vidas que podamos hacer esta declaración que hizo Pedro. Ellos encontraron en Jesús el significado de la vida, del propósito, de la vida eterna. Y la palabra que Pedro usa de “sabemos o conocemos” viene de la palabra ginosko que es reconocer, llegar al conocimiento a través de la experiencia. Ellos conocieron y experimentaron, desde su interior fueron impactados por la obra de Jesús.

La mente natural se escandaliza de las maneras de Jesús, pero esa es la manera que Jesús usa a su iglesia, es la manera de revelarse. Cuando el mundo espera éxito en el exterior, en el dinero, en la fama y tener todo para mejorar su vida, Jesús nos invita a vivir una vida de amor, de entrega, de renuncia. Las dinámicas que vendrán en los últimos tiempos van a ser un mar de perversión, hay principados y potestades que están batallando para intentar destruir y fragmentar nuestras vidas, nuestras familias, nuestra ciudad, nuestra iglesia. El enemigo no descansa, nosotros tenemos la verdad, hemos conocido la verdad, poseemos la verdad y esa verdad debe encarnarse en palabras, en la manera en que vivimos, en lo que hablamos, en lo que vemos, una coherencia, pues al que mucho se le da, mucho se le va a demandar.

La palabra nos dice que somos reyes y sacerdotes. Nos gusta la idea de ser reyes y gobernar, pero también somos sacerdotes para nuestro Dios, y esa es la verdadera identidad de la iglesia. Hay una iglesia que está madurando. No encontraremos la perfección, pero sí hallaremos un discipulado comprometido con la gran comisión y con mantenerse firmes ante los últimos tiempos.

Sin embargo, el diablo está constantemente atacando. Es hora de comenzar a entender este plan, porque estamos aquí por una razón. Somos bienaventurados si no tropezamos en Jesús, pues tenemos una buena vida, ya que no nos ofende su manera de obrar. Disfrutamos y aceptamos lo que el Señor pone en nuestra mesa.

“Espíritu Santo, revela tu plan en nuestros corazones, revela esa manera de obrar que muchas veces le choca a nuestra cabeza porque nuestras formas son diferentes. Que caigan esos demonios, esos injertos de ofensas en el corazón de la novia, de la iglesia de Cristo. Arrancá toda esa ofensa que está entorpeciendo nuestras vidas, que nos fragmenta, que nos divide los hogares y rompe todo lo que está fragmentando nuestro corazón en el nombre de Jesús.”

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