
16 de marzo de 2025
Todo comenzó con una invitación y la del cielo es la más importante. Sin duda, cada uno de nosotros llegamos al Señor porque alguien nos invitó, porque Cristo se nos reveló a través de otra persona. Pablo dice que somos esa invitación, que somos cartas leídas (2º Corintios 3:2)
La invitación que viene del cielo no es la venta de una ilusión. Dios no es un buen vendedor, Jesús dijo, el que quiera venir tome su cruz y sígame, es decir, que la invitación de Jesús a seguirlo no fue decir: el que me sigue va a tener felicidad plena, sino que dijo, yo soy el camino, nadie viene al Padre si no es por mí. Ahora cuando le decimos que sí a Jesús, él viene a habitar en nosotros; pero los procesos de nuestras vidas y las situaciones que pasamos son parte del bagaje de nuestra historia, somos responsables por lo que decidimos. Esto no es una religión, ni una secta donde se lava la mente y las personas esconden sus culpas y mentiras debajo de un manto de piedad. La invitación que nos hace Jesús es para que nos enfrentemos a lo peor de nosotros para arrepentirnos y con un corazón quebrado pedir que él nos lave, nos limpie, para que por medio de esa limpieza podamos tener la fuerza para restituir aquello que hicimos mal.
La invitación de Jesús es tan peligrosa, nos dice que todo aquel que cree en él no se perderá, ¿Qué significa eso? Es que cuando creemos en Jesús, nuestras vidas empiezan a tener sentido, propósito y no hay nada más peligroso que una persona con propósito en la vida pues, está dispuesta a arriesgar y entregarlo todo por aquello que es su causa, que es su vida.
Cuando la causa de nuestras vidas es una persona que venció a la muerte, que resucitó y que nos promete que vamos a reinar con él para siempre, nos volvemos en las personas más incómodas en la tierra.
Responder a la invitación del cielo es lo mejor que nos puede pasar, pero también es el lugar donde rendimos nuestra voluntad. Jesús nos confronta por medio de su Espíritu Santo con nuestro propio pecado y maldad, pero no para dejarnos con la culpa, sino para hacernos libres y nos abre un camino donde nos señala el panorama que tendremos por delante, donde nos muestra lo que sucederá si decidimos por el bien o por el mal. Nos muestra lo que él se compromete hacer a través nuestro y nos deja tomar las determinaciones que cambiaran el rumbo de la historia en nuestras vidas que afectaran a otras personas.
San Lucas 21:5-36 (NTV)
Cuando leemos este pasaje empieza a caer un temor reverente de Dios porque el Espíritu Santo nos da convicción del Espíritu de la profecía, que es Cristo Jesús. Podemos decir al leer que todo esto está pasando ahora, entonces podemos ver que el tiempo de su regreso se aproxima o tratamos de negarlo.
Cuando recibamos una invitación de Jesús debemos hacer lo imposible para responder.
Los discípulos estaban siguiendo a Jesús y quieren saber, por eso Jesús les responde con esta invitación, diciéndoles que desde el momento que él ya no este con ellos comenzará el tiempo del fin. De repente el Dios que se hizo hombre ya no está en la tierra, la Gloria del Dios eterno está delante de la diestra del Padre, él envía a su Espíritu Santo y la profecía empieza a desencadenarse. Lo que hizo Jesús fue responder a las palabras de sus discípulos con una invitación mostrándoles todo lo que vendría, que se iban a levantar falsos cristos, falsas religiones.
Cuando Jesús vence al infierno, rompe con Satanás y va a su trono, el infierno elabora una estrategia no para eliminar el nombre de Jesús, sino para suplantarlo. La iglesia atraviesa temporadas de oscuridad que estuvieron a punto de disolverla. Jesús menciona también que se levantaran nación contra nación. Desde que Caín mató a Abel no ha habido un día sobre la tierra en que no haya guerras, que las naciones no se enfrenten, que las familias no se enfrenten, es increíble la violencia, los desastres naturales.
Jesús en el pasaje de Lucas les dice a los discípulos que así como interpretan las temporadas, puedan interpretar el tiempo de su regreso, no hay fecha, ni hora, podemos estudiar e indagar y no podríamos determinarlo, porque el día y la hora nadie la sabe pero si la temporada, las señales de las temporadas son claras, profundas.
La invitación de ver a Jesús regresar está cada vez más cerca.
Jesús habla de cómo iban a ser las condiciones en las que vamos a tener que caminar pero también habla de cómo va a ser la iglesia que va a caminar a través de este tiempo. La iglesia somos nosotros, veamos nuestras vidas y analicemos nuestra vida sin Dios, apartados de Dios con pecado, abuso, mentiras, miremos para atrás en la historia de nuestros abuelos y padres. Jesús el día que nos llamó, no nos mintió, nos dijo que era la realidad de un sistema que iba a ser juzgado, pero en medio de este sistema de pecado Jesús nos hace la invitación de atravesar el sistema, nos invita a ser parte de la iglesia, a caminar en medio de la tormenta con la dignidad de una persona que vive el cielo en la tierra. Habrá persecución, la familia se va a romper, los matrimonios se van a quebrar, habrá pérdida aun en medio del camino, pero nos invita a no soltar su mano. Muchas de las cosas que nos pasaron, ya Jesús dijo que sucederían, pero que cuando todo esto pase él prometió que estaría con nosotros hasta el fin del mundo.
Este es un tiempo de estar alerta porque la invitación de Dios es para que nos despertemos y para que nos demos cuenta del tiempo que nos toca vivir.
El Señor nos está preparando por eso somos responsables de las decisiones que tomamos, esto no es una imposición. Seguir a Jesús no es una carga, es más que eso. Seguir a Jesús lo demanda todo, da por sentado que si aceptamos la invitación de ser la iglesia del último tiempo entonces el pecado no será parte de nuestras vidas y nos menciona que nos guardemos, que estemos alertas, que estemos despiertos, nos perdamos el tiempo.
Todo lo que nos roba el tiempo con Dios, con nuestro llamado, con nuestras familias, de todo lo que tiene valor para nuestras vidas es pecado, porque nos separa del propósito. ¡Jesús nos llama a estar alertas y a no perder el tiempo! Disfrutemos del propósito, de caminar en libertad, de recibir la invitación de Jesús.
Lo que Jesús profetizó se está cumpliendo, ya no tenemos tiempo para jugar con el pecado, es el tiempo de estar despiertos y alertas, de resolver lo que tengamos que resolver en el altar, de entender que este tiempo que viene lo tenemos que pasar juntos. Tenemos la carga de construir una Casa de Oración a las Naciones, de construir una familia de fe que abrace a las personas, de construir una novia vestida de guerra que pelee las batallas espirituales en las diferentes ciudades y que someta al infierno, todo esto se logra caminando como cuerpo.
Por eso, Jesús les habla a los discípulos contándoles todo lo que pasaría, pero que no tengan miedo porque todo lo atravesarían juntos. El Espíritu Santo hablaría a través de ellos para someter al infierno, esto mismo nos dice hoy el Señor a la iglesia.
Atravesaremos situaciones en las que sentiremos que estamos a punto de morirnos, naufragios, pérdidas, rupturas pero ningún cabello de nuestras cabezas serán tocados pues el Señor está con nosotros. Todo lo que nos pasa en este tiempo al recibir la invitación del cielo, está bajo su control, todo aquel que se mantenga firme, preservará su alma hasta el fin ¿Qué es preservar el alma? La persona que pierde su alma es una persona infeliz. Hay personas que venden su alma para tener un mejor bienestar económico y no se lo venden al infierno, sino a la ambición, al deseo. Hay personas que pierden su alma solo para satisfacer deseos sexuales.
No podemos jugar al evangelio, no podemos vivir ofendidos, somos responsables por lo que construimos.
Recibimos una invitación, tenemos muchas opciones pero un solo camino, una sola verdad y un solo lugar que nos lleva a la vida eterna, se llama Cristo Jesús. Nos invita a levantar la cabeza que nuestros problemas, ofensas, las heridas, levantemos la cabeza y miremos, Jesús viene pronto. Cuando él venga no vamos a presentarle una lista de nuestras ofensas, Jesús lo dio todo, su vida, su sangre.
El Señor tiene un remanente, por toda la tierra la iglesia de Cristo está recibiendo la invitación de ¡ser iglesia en los últimos tiempos! La cual es consciente de lo que viene, que sabe lo que tiene que enfrentar, que ya no tiene temor, así como la presión es mucha, el poder del Señor también en mucho sobre nuestras vidas, estemos alertas, levantemos la mirada, el Señor está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Él es el Dios que sana, que restaura, que derramó su sangre para que seamos uno en él. No hay tiempo que perder, no hay tiempo para tener el altar de nuestros hogares apagados, no hay tiempo para tener nuestros corazones divididos. Hay una invitación del cielo que nos dice con claridad que lo que está por delante no será simple, pero no debemos temer a las tormentas, ni a la oscuridad que ha sacudido a las naciones.
Respondamos a su invitación, caminaremos en medio de las tormentas pero seremos hallados dignos en medio de la dificultad y un día levantaremos nuestras cabezas para ver al Hijo del hombre regresar.
En las nubes vendrá ese gran día y todo ojo le verá, todos reconocerán a Jesús y entonces el que permanezca firme no perderá su alma. Recibir la invitación del cielo es algo que no tiene punto de comparación. Nuestra alma es todo lo que tiene valor en nuestras vidas, es nuestra familia, el hogar que construimos, los sueños a los que le estamos dando forma, son las personas que nos importan, porque nuestra alma es el centro de nuestra voluntad.
Jesús nos pide el corazón para que miremos sus caminos. Nos muestra que las naciones se sacudirán, el mar rugirá, la maldad crecerá, los cielos serán conmovidos, pero en medio de toda esa locura, la gloria del Señor estará con nosotros, su Presencia ira adelante. En medio de esa locura el Señor usará los pedazos de nuestras historias para construir una nueva historia, nuestros hijos y nietos pisarán naciones, habrá ciudades que serán sanas y llenas de la Gloria de Dios, en medio de esa locura habrá turnos y casas de oración que conecten puentes con las necesidades de la gente. Habrá personas que partan el pan con el necesitado, que le de valor al trabajo de sus manos, que forme empresas que bendigan a otros. En medio de esa locura habrá personas que estén desafiadas a no vivir una religión, sino una profunda relación con Cristo, en medio de esa locura nuestros hijos volverán, todo el mundo le vera y toda lengua confesara que Jesucristo es el Señor. ¡Esta es la invitación!
“Digamos sí a cada invitación del cielo, aunque algunas no sean tan bonitas porque nos invita a perdonar al que nos hirió, nos invita a abrazar al que nadie quiere, nos invita a ver la necesidad con sus ojos, nos invita a ofrendar y dar de nuestros recursos, nos invita a ser parte de Él. Cada invitación que el cielo nos propone abre una nueva temporada. La mesa está servida y el cielo nos vuelve a invitar, dejemos todo atrás y vivamos una nueva relación con el Espíritu Santo. Decidamos responder de la mejor manera, con nuestro corazón. Solo un poco más de tiempo y le volveremos a ver, no tardará. El Señor nunca nos deja sin respuestas, responde más allá de nuestras preguntas. Dependemos del Señor como la primera vez.”